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Fuera de España

domingo 17 de marzo de 2013  

El extranjero ya no es lo que era. Por eso, cuando alguien se cree en el derecho de desautorizar tu opinión por aquello de que vives fuera es porque seguramente tiene una idea anacrónica de lo que es el extranjero. Yo no he vivido el extranjero cuando estaba en sus momentos de esplendor, es decir, cuando no había manera de combatir la distancia física y uno se comunicaba con los suyos en cartas que tardaban meses en llegar. Por aquel entonces, no se había inventado la palabra desconectar, pero lo que se producía era, sin duda, una desconexión absoluta de tu mundo de origen. El extranjero era un lugar remoto; lo sigue siendo hoy para aquellos que llegan a Europa desde los países pobres. EL ARTICULO SIGUE AQUI >> 

 

Dieta y Tentación

domingo 10 de marzo de 2013  

Este artículo consta de dos partes bien diferenciadas y un sutil hilo que las une. Lo advierto para aquellos que piensen que la relación entre una parte y otra está traída por los pelos. ¿Y?

1) Está ese individuo con mala baba que después de soltarte una grosería se apresura a darte una palmadita en el hombro y te dice, “¡pero que era broma!”. No solo te ofende sino que te acusa de carecer de sentido del humor. Así ocurre en algunas ocasiones con ciertos personajes que se presentan a sí mismos como humoristas. Si uno escribe un artículo en The Wall Street Journal que lleva por título, Our Inalienable Right to Snarf Junk Food (Nuestro derecho inalienable a atiborrarnos de comida basura) y lo firma como Joe Queenan, escritor y humorista, está sin duda protegiéndose de aquellos lectores que puedan considerarle un ignorante sin ninguna gracia. EL ARTICULO SIGUE AQUI >>

 

Algo de que Alegrarse

domingo 3 de marzo de 2013  

¿En qué piensas cuando tienes hambre? Si cierras los ojos y escuchas esa parte de tu estómago que está ligada al corazón, entendiendo corazón en su acepción sentimental, seguramente vendrá a tu memoria algún plato con el que te esperaba tu madre cuando volvías del colegio. Cada niño hambriento que emprendía el camino a casa llevaba flotando por encima de su cabeza, como ocurre en los tebeos, ese bocadillo visual que contenía sus deseos. Los de mi generación todavía fantaseábamos con encontrarnos al llegar los garbanzos con la sopilla de fideos, unas lentejas o aquellos viejunos filetes rusos, que fueron desplazados por las hamburguesas. Ese recuerdo que conecta el sabor y la infancia sigue intacto, aunque he observado que si, a la hora de la gusa, te paseas por una calle surtida de bares el indudable poder de los olores reales acaba borrando los olores de la memoria y eres capaz de comerte cualquier cosa. EL ARTICULO SIGUE AQUI >> http://bit.ly/AlgoAlegrarse

 

Momentos Depardieu

domingo 24 de febrero de 2013  

La cultura no se lleva bien con la derecha. Los artistas abiertamente conservadores son contados. No es un rasgo diferencial de España; en Estados Unidos ocurre lo mismo, aunque los políticos republicanos, más que arremeter contra alguien en concreto, se limitan a defender un estilo de vida que nada o poco tiene que ver con el que llevaría una actriz o un escritor. Los hay, hay algún actor republicano y ejerce su libre derecho a serlo sin presiones, pero resulta chocante, como así ocurrió en la pasada campaña electoral con Clint Eastwood, dejando aparte que su intervención estuviera más de acuerdo con el mal actor que fue que con el buen director en el que se convirtió. De cualquier manera, el cine en Estados Unidos es una industria de ganancias significativas y eso es sagrado.

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Odio y Simpatía

domingo 17 de febrero de 2013  

Todo se saca de quicio, probablemente porque no se lee o no se escucha o porque no están los tiempos para razonamientos sofisticados que ocupen más de los 140 caracteres del Twitter. El rábano se coge por las hojas y se simplifica lo que una persona ha pretendido decir, reduciendo su discurso a esa frase en la que ha patinado. Algo así le pasó a Toni Cantó esta semana. Pretendió expresar su apoyo en el Parlamento a la fiesta de los toros rizando el rizo y valiéndose de las viejas razones de Savater. Los que venimos leyendo los artículos del filósofo en este periódico sabemos que cuando afirma que los animales no tienen derecho a la vida lo está enmarcando en un razonamiento más amplio: los animales no tienen derechos porque no tienen obligaciones. Además de no estar de acuerdo, me ha parecido siempre un argumento tramposo, incluso cómico, uno de esos trucos de viejo zorro de la dialéctica que quiere hacerte el lío para adornar su afición por las corridas. También es habitual completar dicho argumento con aquello de que los no defensores de la fiesta no tenemos prejuicios a la hora de comernos un pollo que padeció una vida miserable. Yo defiendo los derechos del pollo, aunque admito que tenía razón Delibes cuando decía que sentimos más piedad por los mamíferos. Y establecemos categorías entre unos y otros. Cuando se habla del escándalo de las hamburguesas de caballo no se trata solo de señalar que nos dan gato por liebre: con el gato tenemos una conexión sentimental y con la liebre no.

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Escribir Sin Dolor

lunes 11 de febrero de 2013  

DON DE GENTES – «ESCRIBIR SIN DOLOR» Que nos hemos vuelto más tristes. De vez en cuando, desde algún país latinoamericano te escriben para decirte que nos hemos vuelto más tristes. ¿Todos? Todos, sí, los que escribíamos estas columnas de fin de semana que suponían un respiro para el lector entre información e información; porque la actualidad siempre ha sido cruda, pero nosotros, hay que admitirlo, lo éramos menos. Y hay que hacer caso a la apreciación del que observa la realidad lejos de donde esta sucede. Una se pregunta si, como me decía un lector huido de Venezuela, hambriento por tanto de libertad de opinión, el columnista se encuentra en ciertas circunstancias con la obligación moral de poner su pluma al servicio de la demanda popular. Puede. Sea como fuere, echas un vistazo a los artículos que escribías hace diez años y no te reconoces. No es que se haya perdido el humor, es que el nivel de alegría ha bajado. Tanto de quien escribe como de quien lee. ¿Qué es un columnista sino un sabueso que olfatea la calle y se deja contagiar por ella? EL ARTICULO SIGUE AQUI >>

 

Todos eran brujos

domingo 3 de febrero de 2013  

Con las seis horas de retraso de rigor a las que obliga el encontrarse al otro lado del océano me enfrenté a la primera plana del periódico y me quedé unos minutos mirándola. Mi mente aún no había alcanzado la velocidad de crucero así que había algo de ensoñación en lo que veía y en lo que pensaba. El momento recordaba esa escena de La semilla del diablo en la que Mia Farrow, frágil y desamparada, interpreta, gracias a la ayuda de un amigo que muere intentando advertirla, un anagrama que contiene el siguiente mensaje: “Todos eran brujos”. Todos eran brujos. Esa es la frase que se instaló de manera espontánea en mi mente y que todavía sigue ahí, sin que haya conseguido sacudírmela, molesta como un moscardón, negro, gordo, implacable. Tampoco es que el titular fuera absolutamente inesperado, porque ya es costumbre que el pueblo soberano se desayune con una de café con filtraciones, de tal forma que llevábamos días esperando o temiendo que algo apestoso iba a salir a la luz desde que se supo que el tesorero Bárcenas era un hombre con papeles.

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Adonde el dinero va

domingo 27 de enero de 2013  

Hace muchos años, ¿veinticinco?, cuando un grupo de jóvenes, escandalosos, alegres e izquierdosos periodistas comenzamos nuestra carrera laboral en una de aquellas emisoras del Movimiento (Nacional, se entiende) asumimos de inmediato que gozábamos del derecho a hacer uso de las instalaciones y el material que se nos proporcionaba tal cual nos viniera en gana. Tengo que decir que la dirección se acoplaba a nuestra juvenil manera de entender los bienes públicos y dejaba ¡en nuestras manos! el dinero correspondiente a las comidas y gastos de producción. Fueron buenos tiempos para la lírica, al contrario de lo que decía la canción, porque comíamos menú con postre y carajillo en los modestos restaurantes de la calle de Huertas, prolongábamos las sobremesas, subíamos luego a la redacción por si nos quedaba alguna llamada para el programa del día siguiente, y de paso hacíamos una llamadilla a la familia y a algunos amigos que estaban lejos. Entonces se tenía muy en cuenta el coste de las conferencias. Al marcharnos a casa nos llevábamos unos cuantos folios o lo que encartara de material “profesional”. Lejos de mí la intención de afirmar que éramos una panda de aprovechados, porque estábamos convencidos de que el Estado era un ente sin fondo al que no solo podíamos esquilmar sino que debíamos hacerlo, como parte de nuestro proverbial desprecio al sistema. Recuerdo que un día, un compañero que tenía por costumbre tocarnos las pelotas tuvo la osadía de criticar ese comportamiento que de tan general que era no considerábamos recriminable. Dividió el mundo en chorizos y choricillos,y a nosotros, a esa redacción en la que convivíamos viejos funcionarios y colaboradores airados, nos metió en el segundo saco. Qué indignación provocó. Ahora la definiría como una indignación escolar, entonces me parecía indignación ideológica, fundamentada en algo que no hubiera sido capaz de sostener más allá de cuatro frases copiadas de otro. Por fortuna, siempre había un experto en adaptar nuestra modesta rapacería a un ideario noble.

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El Artista Malcriado

domingo 20 de enero de 2013  

Vaya por delante que tengo poca cintura para tolerar la mala educación. Ante el tono agresivo que Quentin Tarantino adoptó cuando el periodista británico Krishnan Guru-Murthy le preguntó sobre la posible influencia de la violencia del cine en la vida real sentí un desagrado que me impidió durante horas entrar a considerar el asunto. Aunque la información globalizada ha barrido fronteras y nos permite formar parte del batallón de opinadores planetarios que secundan cada polémica, también nos ha instruido en el “a favor” o “en contra” inmediatos hasta tal punto que los matices se ven sepultados por paladas sucesivas de opiniones. Unos piensan que el director hizo bien en irritarse ante una chorrada que se le lleva preguntando 20 años; otros, en cambio, que perdió la razón en cuanto perdió los modales. EL ARTICULO SIGUE AQUI >> http://bit.ly/ArtistaMalcriado

 

La Sordera Nacional

domingo 6 de enero de 2013  

Para decirle la dirección al taxista tengo que levantar la voz porque tenemos la música por barrera. No una barrera infranqueable: sería sencillo que él cayera en la cuenta de que con bajar el volumen nuestra comunicación sería fluida. Pero no. Como no me oye bien, me pide que repita, yo chillo y a correr. Por el camino, me voy irritando en progresión geométrica según se suceden las canciones. Son esas canciones pop “de ayer, de hoy y de siempre” que algunas cadenas de radio han machacado hasta convertirlas en un chicle pegado en la acera. Recuerdo que la radio pública americana emitió el año pasado un programa dedicado a aquellas buenas canciones que a fuerza de sonar en emisoras de standars, en supermercados o en diners habían acabado por ser detestadas por sus propios fans. Una de ellas es Hotel California. Hotel California es la que está sonando cuando, armada de valor, le pido que, por favor, baje el volumen. Siento que tengo que hacer acopio de valor para pedírselo porque la contaminación acústica en España es sagrada. Es un derecho indiscutible incluido en esa especie de Constitución tácita que cada español trae bajo el brazo cuando nace y que le permite provocar ruido a su antojo.

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© Elvira Lindo 2021