Odio y Simpatía
Todo se saca de quicio, probablemente porque no se lee o no se escucha o porque no están los tiempos para razonamientos sofisticados que ocupen más de los 140 caracteres del Twitter. El rábano se coge por las hojas y se simplifica lo que una persona ha pretendido decir, reduciendo su discurso a esa frase en la que ha patinado. Algo así le pasó a Toni Cantó esta semana. Pretendió expresar su apoyo en el Parlamento a la fiesta de los toros rizando el rizo y valiéndose de las viejas razones de Savater. Los que venimos leyendo los artículos del filósofo en este periódico sabemos que cuando afirma que los animales no tienen derecho a la vida lo está enmarcando en un razonamiento más amplio: los animales no tienen derechos porque no tienen obligaciones. Además de no estar de acuerdo, me ha parecido siempre un argumento tramposo, incluso cómico, uno de esos trucos de viejo zorro de la dialéctica que quiere hacerte el lío para adornar su afición por las corridas. También es habitual completar dicho argumento con aquello de que los no defensores de la fiesta no tenemos prejuicios a la hora de comernos un pollo que padeció una vida miserable. Yo defiendo los derechos del pollo, aunque admito que tenía razón Delibes cuando decía que sentimos más piedad por los mamíferos. Y establecemos categorías entre unos y otros. Cuando se habla del escándalo de las hamburguesas de caballo no se trata solo de señalar que nos dan gato por liebre: con el gato tenemos una conexión sentimental y con la liebre no.