Todo Vale
Hay personas a las que no les gustan los musicales. ¡En serio! Yo he conocido a alguna. Y debo decir que las he observado muy atentamente, con gran asombro. Despiertan en mí tanta curiosidad como aquellos a los que no les gustan el chocolate, la patata, el tomate o el pan. Son los sabores que triunfan entre los niños: algo deben de tener para ser amados universalmente. Recuerdo a alguien que me dijo, «no me gustan los musicales porque me gusta el teatro». Esto me hizo pensar que hay personas que no quieren rebajarse a que les guste lo que gusta a una mayoría. O que piensan que aquel espectáculo en que los adultos disfrutan como niños no puede ser valioso. También hay quienes los desprecian porque los argumentos son tontorrones. Y es verdad, los musicales suelen tener un hilo conductor que apenas sirve de hilván para unir las canciones. Pero qué importa si esas canciones son extraordinarias. Se olvida que las melodías de los musicales han sido amadas por los músicos de jazz, de pop o bossa nova. Cuando una canción es buena es indestructible.