Cuentos Para Niños Morbosos
Hay adjetivos que van y vienen, que se ponen de moda y que de pronto están en boca de todo el mundo y hay que ir buscando otros de repuesto. Es lo que le ha pasado a “viejuno”, por ejemplo, que ha habido que volver al socorrido “rancio” de toda la vida, porque viejuno se estaba quedando viejuno en tiempo récord. Estos días pasados me vino a la boca un adjetivo que estuvo muy en boga en mi adolescencia. Hablo de “morboso”. Hablar de algo o de alguien que tenía “morbo” era sumarle cien puntos a su supuesto atractivo. No se ha desterrado su uso, lo sé, pero ya no tiene el componente tan gustoso de lo secreto que al menos yo tanto saboreé. Porque hay palabras que al pronunciarlas se convierten en indefinidas promesas de felicidad. Las chicas señalábamos a los que tenían morbo, y secretamente nos gustaba que alguien pudiera pensar que nosotras lo desprendíamos. Advierto que este adjetivo está atravesando un momento crítico porque hay un espíritu censor en torno a todo lo referido al sexo que convierte en inmoral lo que en tiempos se llamó “lo prohibido”, otra palabra que amaba mi calenturienta mente juvenil. EL ARTÍCULO SIGUE AQUÍ ->>