UN POCO DE HUMILDAD
Hay artículos que la mente construye antes de llegar a casa. Este es uno de ellos. Lo voy rumiando sin haber salido aún del hospital Gregorio Marañón, sin que mi olfato se haya desprendido del olor a desinfectante ni mis ojos de la luz deslumbrante del hábitat hospitalario. Voy meditándolo cuando aún suenan vivas en mi recuerdo las voces de las enfermeras. Voces que preguntan a los enfermos si quieren tomar un refresco o un sándwich, aunque de sobra saben que la quimioterapia les descoloca el cuerpo incluso antes de golpear las entrañas y que no podrán probar bocado durante unos días. La joven L. entró esta mañana con buen color, con el sonrosado en las mejillas propio de una chavala de 26 años, pero lo ha perdido con la sola visión del goteo penetrando en la vena. EL ARTÍCULO SIGUE AQUÍ ->>