¿PODRÍAN DEJAR DE BAILAR?
Vaya por delante que, habiendo una orquesta, por cutre que sea la música, a servidora se le van los pies. Vaya por delante mi convencimiento de que para expresar algo serio no es necesario ponerse solemne o estupendo. Vaya por delante mi impresión de que entre muchas de las cosas que hemos ido perdiendo con esta crisis total que padecemos hay que incluir, no sin dolor de corazón, el sentido del humor; a menudo se entiende equivocadamente que el humor es una afrenta al dolor del prójimo y que la solidaridad y el compromiso deben expresarse con el ceño fruncido. Y no. Vaya por delante que los políticos que carecen de humor me provocan desconfianza y que las personas que hablan como si esculpieran frases que han de pasar a la historia me dan una gran pereza. En realidad, la lápida común donde han ido a parar las grandes frases ha sido el Facebook: toma una frase, entrecomíllala, pon la foto del tipo que la pronunció para ilustrarla, y por obra y magia de la tecnología, esa sentencia parecerá haber sido escrita por Paulo Coelho. EL ARTICULO SIGUE AQUI ->>