Lo Que Saben Ellas
La primera alegría de un sábado navideño: ir al cine y encontrarte la sala llena. Hurra. La segunda alegría de la semana: ir a ver la última de Woody Allen y que te entusiasme. Hurratracatrá. Soy de buen conformar: con esto ya tengo alimento espiritual para lo que resta de fiestas. Con respecto a la alegría 1, es obvio que me gusta comprobar cómo hay espectadores que aún mueven el culo para disfrutar de un filme, porque me consta que son muchos los académicos de la legua que ven los estrenos en pantalla de ordenador dado que no tienen tiempo de practicar con el ejemplo. Con respecto a la alegría 2, qué quieren, a mí que un individuo con 75 años demuestre que su talento está que arde, aunque nos haya hecho dudar de él estos años de periplo europeo, me ensancha el corazón. Quiere decir que no solo Woody Allen puede ser Woody Allen hasta que muera, también los demás podemos ir tan pichis a pesar de la fiera venganza del tiempo y no conformarnos con esa maldición que nos echan los neurólogos cuando afirman que las neuronas, con los años, se amojaman. EL ARTICULO SIGUE AQUI >>