Obama y el Fantasma Chino
«¿Esto qué es, comer o cenar?», le oí decir a un niño chico en un restaurante en Madrid. Nos dio la risa porque, comiendo como estábamos en un tabernazo, alumbrados por una despiadada luz cenital y alargando la sobremesa como solo en España sabe hacerse, yo estaba a punto de preguntar lo mismo: «¿Esto qué es, comer o cenar?». No sé si los niños españoles están mejor o peor educados que los americanos, pero de lo que no cabe la menor duda es de que, al menos en la mesa, aguantan como jabatos comidas eternas y tienen alguna noción de para qué sirven los cubiertos. Los niños americanos no se familiarizan con el cuchillo y el tenedor hasta muy tarde y estar sentados en un restaurante se les hace tan cuesta arriba que sus padres suelen proveerles de papel y ceras para que el juego les alivie el momento. No es raro ver a una criatura pintando con una mano y, con la otra, agarrar una patata a tientas, mojarla en ketchup, llevársela a la boca sin atinar demasiado y acabar limpiándose los dedos en el pelo. Prioridades culturales. La mesa no será en su futuro tan importante como lo es para nosotros.
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