En La Mente Del Asesino
Que el repugnante Charles Manson pueda provocar algún tipo de fascinación pop no es producto de una sociedad enferma, como se suele afirmar, sino de una suerte de romanticismo idiota que pulula en torno a los asesinos concediéndoles más misterio del que tuvieron. En general, este tipo de asesinos cuyos crímenes no responden a impulsos sino a patrones largamente acariciados desde la adolescencia no suele gozar de una inteligencia superior. Un cociente medio basta para perpetrar su hazaña y, a pesar de que tarden en ser apresados, para matar no es preciso una mente privilegiada sino crueldad, falta de empatía y una tendencia patológica a obtener placer con el sufrimiento máximo de otros, algo difícil de entender hasta para los psicópatas que no matan, que los hay. Los expertos en la materia se esfuerzan en desmentir lo que la ficción se empeña en afirmar. EL ARTÍCULO SIGUE AQUÍ ->>