Vaya Par
La justicia americana es muy peliculera. Tanto, que el joven estafador Frank Abagnale consiguió aprobar el examen que permite ejercer la abogacía en Estados Unidos gracias a empaparse durante horas de la jerga jurídica con la que estaba salpicada la célebre serie de Perry Mason. Aprendió los términos y la coreografía, el tono, la manera de acorralar al acusado. A su vez, otra película, Catch me if you can, contó la historia de este héroe de la estafa, este Houdini maestro de la falsificación de cheques que se pasó la juventud huyendo del FBI hasta que acabó redimiéndose y trabajando para los servicios de inteligencia. Una gran historia que solo podía tener un rostro, el de Leonardo DiCaprio. La justicia americana es tan peliculera que no sabemos qué sería del cine de los yanquis sin las historias de juicios. También es posible que los abogados de hoy hayan aprendido, como el ladrón Abagnale, a defender, a acusar y a pactar imitando a los grandes actores, Raymond Burr, DiCaprio, Spencer Tracy, Gregory Peck, Charles Laughton, Harrison Ford, Paul Newman; en fin, añadan ustedes los que quieran.