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Señoras que aman la cultura

domingo 17 de octubre de 2010  

«España es ese país donde las abuelas ven películas de Pedro Almodóvar y no solo no se escandalizan, ¡es que se sienten identificadas!». Esta era la humorística definición que hace años nos brindaba un hispanista americano de este pequeño pero intenso país, Españita. La mirada del forastero te permite ver lo que tú no has visto, porque la cercanía empaña el juicio, siempre condicionado por la historia personal. Al fin y al cabo, ¿qué es la patria sino el paisaje en el que vivimos la juventud o, como decía, Max Aub, donde estudiamos el bachillerato? Yo nunca habría reparado en que en Estados Unidos, por ejemplo, sería impensable que una señora de cierta edad aceptara situaciones y bromas para las que hay que ser muy abierto de mente. Veo mujeres mayores en los cines de Manhattan, sí, pero por el aspecto (abunda el modelo Susan Sontag) les supongo una alta preparación intelectual. Acuden al cine a ver a Almodóvar como el que asiste a un acto cultural, a la obligada cita con el cine de autor. Son personas entrenadas para catalogar la irreverencia como una decisión creativa. Pero lo que al hispanista le hacía gracia era que en España este director perdía su condición de artista de culto para ser, con abuelas incluidas, un cineasta popular. Su comentario es de hace unos diez años, yo aún no había reflexionado sobre cómo las personas que se criaron en la posguerra fueron las que de manera más drástica tuvieron que adaptarse a un nuevo país. Al fin y al cabo, para los jóvenes no hay más tiempo que el presente, pero ellos, niños de la guerra, venían de una patria (con escasos alumnos de bachillerato) que se convertiría en otra.

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3 respuestas a: Señoras que aman la cultura

Felipe Rodríguez Dice: domingo 17 de octubre de 2010

Leyendo tu artículo, estaba viendo a mi madre, mis tías y todas esas mujeres de la generación de la posguerra que no pasaron nada más que calamidades (emigración fuera y dentro de España) y que, aún no habiendo terminado la educación básica, se apuntaron a los grupos de «Promoción de la mujer» en la parroquia del barrio (en Parla) donde hacían cursillos de todo tipo, las llevaban de viajes culturales, visitaban museos, les abrían el mundo. En el caso de mi madre te puedo decir que se lee los libros a una velocidad increíble y luego nos los comenta y ve retratado en ellos (Benito Pérez Galdós le apasiona) las injusticias, las miserias, el clasismo que ya veía desde que era pequeña en el pueblo. Y sí, le gusta el cine de Almodóvar, por cierto, la madre de Pedro y su hermana iba a la misma parroquia de Parla que nosotros. Me acuerdo perfectamente el día que fuimos al cine a ver la de «Volver», se identificaba con muchas de las cosas que salía en la película: esos besos sonoros, los velatorios del pueblo, las historias de almas sin reposo porque les quedaba algo pendiente por hacer y se paseaban por el pueblo, …..la tradición de nuestros pueblos.
El año pasado estuvieron mis padres aquí en Málaga conmigo coincidiendo con el festival de cine; y como lee muchos artículos tuyos y los libros de Manolito Gafotas, la llevé a una sesión de cine que tu presentabas, por mi despiste llegamos tarde, no pudimos entrar, pero mientras yo hablaba con le portero ella te vió y antes de que yo me diera cuenta, te estaba saludando. Gracias por acordarte de esta generación de madres que han hecho ese fantástico viaje desde lo más oscuro de nuestra historia reciente hasta estos tiempos donde la cultura no les está negada (aún a pesar de que algunos elitistas preferirían ver las exposiciones ellos solos).

Vanessa Ortega Dice: viernes 22 de octubre de 2010

Hoy, en clase, un profesor nos ha leído tu artículo. Y aparte de comentar que me ha encantado, tengo que sentir un poquito de vergüenza, y no sólo de mí misma, sino de mi generación. Me ha conmovido, ciertamente, como algunas personas mayores, esas a la que la sociedad dejan a un lado tejiendo, o haciendo el potaje para los nietos, sienten más motivación por aprender que nosotros, la generación privilegiada que ha tenido acceso a la educación y que, después de 18 años de colegio, instituto y facultad no encontramos motivación por aprender algo más que lo que nos enseñan en las cuatro paredes de clase. Y ojo, que no generalizo, no pretendo encasillar a nadie. Pero, como ya he dicho, siento un poquito de vergüenza, por no haber leído el periódico por mí misma esta mañana (mejor dicho, todas las mañanas) y ésto es sólo un ejemplo de cómo, la educación en España, es para algunos una necesidad, y para otros que estamos acostumbrados a recibirla año tras año, se convierte en una rutina. Tal vez lo que necesita esta sociedad es eso, tener ese gusanillo en el estómago que te haga leer el periódico cada mañana, comprarte un libro nuevo cada mes y estudiar cualquier cosa sin exámenes de por medio.

La inquieta mirada Dice: lunes 4 de abril de 2011

Maravilloso y pequeño homenaje.

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