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Lo Lleva En El Sueldo

domingo 9 de marzo de 2014  

Creo que fue la lejanía y la soledad lo que me aficionó hace diez años a las redes sociales. Aprendí mucho en aquellos primeros años. Lo primero, que cualquier cosa que se cuelgue en la red es público, que todas esas supuestas condiciones de privacidad que se pactan acaban siendo como las normas que los niños escribíamos al estilo de la banda de los Proscritos de Guillermo Brown y que hacíamos firmar a quienes quisieran formar parte de nuestro club secreto. También supe entonces que conviene no compartir intimidades con personas que no hayas conocido en tres dimensiones, y que a partir de las doce de la noche no debes comunicarte ni con tu primo. Porque la gente se calienta y afirma cosas terribles, escribe mamarrachadas y manifiesta su lado más ordinario, más mezquino, aquello que a la luz del sol se esconde. EL ARTÍCULO SIGUE AQUÍ >> 

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