Madrid, 1949
sábado 5 de mayo de 2018
Mi memoria es caprichosa. No embustera, pero tan atenta a lo que me interesa como descuidada con lo que no. De las aceras, recuerdo las tiendas; de las personas, las caras; de los viajes, las comidas; de las casas, los olores; de mi madre, tan lejana, el color de su voz más que lo que decía; del bachillerato, algunas lecturas que me hicieron sentir que al fin tocaba el tuétano de la literatura. Releer aquello que me impresionó hasta provocarme mareos de lucidez adolescente me ayuda a recordar quién era yo o qué deseaba. Uno de aquellos libros que me trastornaron fue Tiempo de silencio, de Luis Martín-Santos.
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