He vivido tan poco
sábado 11 de mayo de 2019
Se habla de la brutalidad de las redes sociales, de su condición de hábitat perfecto para los psicópatas que desahogan su crueldad en zapatillas de andar por casa, pero no hay que desdeñar la otra posibilidad que nos brinda el medio, la de falsificar nuestra propia vida. Veo algunas cuentas de Instagram y me pregunto cuánto de precaria debe de ser una autoestima para someter la imagen a esa serie de filtros que transforman a una muchacha normal en una modelo; cuánta frustración luego al comprobar que lo real no suele coincidir con la ensoñación romántica. Vidas envueltas en brillibrilli y frasecillas cursis de pie de foto. EL ARTÍCULO SIGUE AQUÍ ->>