No Se La pierdan
En tiempos en los que lo mórbido cautiva y hay una especie de competición tácita en narrar la infancia de la manera más oscura posible, llega Carla Simón con una historia indiscutiblemente dramática y la cuenta de manera luminosa. Los padres de Carla habían muerto de sida antes del verano de 1993, año crucial para los tratamientos efectivos. Recién fallecida su madre, la niña es adoptada por unos tíos y trata de adaptarse a la nueva familia, contando también con que su prima pequeña se convierte en hermana. Carla (en la película, Frida), a sus seis años, comprende la muerte: sabe que se trata de algo irreversible y universal, pero no encuentra la manera de expresar el dolor y de pedir consuelo. EL ARTÍCULO SIGUE AQUÍ ->>