Intimidad Y Vida
Una pena. Es algo que he comentado con periodistas de cultura y que he experimentado en primera persona: entrevistar a celebridades se ha convertido (salvo excepciones) en algo muy aburrido. Una pena, porque entre los sueños de todo joven periodista está el de penetrar en otras vidas, tener acceso a una parte del corazón y a un cuarto de trabajo, salirse de lo puramente profesional para dejar que el entrevistado divague y muestre algo de su alma. Pero no hay manera. Las grandes estrellas, bien parapetadas por representantes, agentes o jefes de prensa, imponen el cuestionario. Se someten durante tres días a una promoción agotadora, pero con la condición de que cualquier asunto personal sea eliminado. Los periodistas se colocan delante de ellos con la entrevista pactada y vuelven a las redacciones con ese triste material de trabajo. El resultado está a la vista de los lectores: pocas veces en la entrevista a una estrella se encuentra un tesoro. ¿Por qué los periodistas aceptan ese trato tácito, por cobardía? No necesariamente: las estrellas tienen poder.
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