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ESPAÑOLES TODOS

viernes 23 de septiembre de 2016  

A mí me gusta que las personas me lleven a su terreno. El mío me aburre. Lo tengo muy trillado. Pero me cautivan esas personas de costumbres tozudas, que tienen derecho a mesa en el restaurante de la esquina. Ya lo decía Antonio Gamero, como fuera de casa en ninguna parte. Diego Galán come casi a diario en el restaurante de enfrente de su domicilio, La Francisca, “porque hay que salir”, dice, y con esa poderosa excusa ocupa una mesa que debería llevar, como hacen en los restaurantes americanos, una placa con su nombre. La simpática posadera me recomienda unas albóndigas “Mar y Tierra”, carne con salsa deliciosa de chipirones, receta que le dejó en herencia Vázquez Montalbán, y entonces pienso yo, tendente a figurarme coincidencias mágicas, que todo cuadra, hasta esta comida que nos trae de pronto la figura de quien tan importante fue en el periodismo en el que creció el joven Diego.

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