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Amor y Guerra

domingo 27 de enero de 2019  

Lynne, la esposa de Dick Cheney, tenía agallas. Si hubiera nacido 20 años después habría estado sentada en el Congreso o en el Senado. Eso afirma Adam McKay, el director de la asombrosa El vicio del poder, o, mejor aún, Vice, que juega con el título de vicepresidente y el pecado que impulsó a Cheney durante toda su vida. Porque el poder deviene en vicio para la mayoría de quienes lo ostentan, una adicción de la que solo unos pocos logran desengancharse. Durante uno de los muchos infartos que sufrió el imbatible Cheney, Lynne se arremangó y sustituyó a su marido en algunos mítines de su Estado, Wyoming. EL ARTÍCULO SIGUE AQUÍ ->>

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