La verdad, a fuego lento
Ahora que el lenguaje público se ha llenado de lágrimas y que el pueblo reclama más emociones que ideas, debo confesar que, a pesar de que tanta intensidad me abruma, el otro día lloré en el cine. No es raro llorar en el cine. Debería atreverse una más a menudo, por mucho que llorar rodeada de extraños produzca incomodidad. Lo sorprendente es que esas lágrimas (que contuve) no brotaron por una historia romántica ni épica sino por un argumento seco, narrado sin preciosismo, en donde los protagonistas no son héroes, y el director, Tom McCarthy, no trata de amplificar su hazaña. Hablo de Spotlight, una historia que llegará a España en enero y que fascinará a cualquier persona interesada en esa búsqueda de la verdad que debería inspirar el oficio del periodismo. Spotlight, más que basada en hechos reales, como suele decirse, es la reproducción sin adornos de una investigación, carente del romanticismo mentiroso con el que se suele adornar las películas de periodistas. EL ARTÍCULO SIGUE AQUÍ ->>