Los Españoles y el Arraigo
Somos prisioneros de una paradoja. Es desconcertante que este país en el que sus habitantes rechazan y ponen en tela de juicio tan a menudo su sentido de pertenencia a él, que hasta abominan de su mismo nombre, España, provoque a su vez un sentimiento de arraigo casi enfermizo. Si a un estadounidense se le mostrara el vídeo que hace unos días se reprodujo cientos de miles de veces en Internet (hasta lo emitió TVE) en el que se veía cómo unos jóvenes españoles que trabajaban en el extranjero volvían por sorpresa a la casa materna y se abrazaban a sus progenitores en medio de llantos y gritos en un tono de anuncio navideño de Nescafé, si un estadounidense lo viera, digo, no podría entender en dónde residía el drama. EL ARTICULO SIGUE AQUI >>