Cine Para Adultos
Me quedé sola un sábado por la tarde. Miré la programación televisiva. En La 2 programaban Hannah Arendt, la película de Margarethe von Trotta, y pasé la tarde haciendo tiempo, tonteando hasta las 10. Me preparé una tortilla a la francesa, que según una estadística digna de José Juan Toharia que me ha llevado años cocinar, es la cena de las mujeres solitarias; muy al contrario de la de los hombres solitarios, que tienden más al huevo frito. Ahí me planté, en el sofá, con mi bandeja: la tortilla y un tomate aliñado siguiendo instrucciones de Mikel Iturriaga, una copa de vino rosado (el más aceptable para el dichoso reflujo esofágico), un currusco de pan para darle sopillas a mi perra y una ilusión infantil, la misma que sentía cuando en la infancia nos sentábamos a ver sesión de tarde. Caí en la cuenta de que parte de esa felicidad consistía en que iba a ver una película para adultos. EL ARTÍCULO SIGUE AQUÍ ->>