Hermano Caballo
Pertenezco a esa generación que cuando le decía a una madre que quería un perro, ella contestaba sin rodeos: «Bastante tengo con vosotros». Nosotros. En cuatro palabras eras informado de que no, de que nunca, de que tu vida no era una serie americana y de que siendo niña integrante de una familia numerosa te podías poner a la cola para que se te comprara, ¿un perro?, vamos, anda: una trenca. Pertenezco a esa generación que aún veía a los gatos como bichos salvajes, habitantes de la intemperie, visitantes furtivos de los patios a los que acudían para comer las sobras a cambio de acabar con los ratones de las cambras, de los sobrados. Pertenezco a esa generación de niñas que, aun estremecida por la crueldad de los mozos con los toros embolaos, había sido educada para observar sin juzgar la brutalidad de los hombres y de los aprendices de hombres. EL ARTÍCULO SIGUE AQUÍ ->>