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Mujeres de Bandera

lunes 9 de julio de 2012  

Habrá un día (que yo no viviré) en que los científicos habrán inventado la pastillita contra el estrés postraumático, de tal manera que si una escritora del futuro, tras la victoria de la selección en la Eurocopa (si existe todavía Europa), se ve en la circunstancia de ver en el telediario de la 1 (si existe la televisión pública) a la presidenta de su comunidad (si existen las autonomías) celebrando la goleada con banderitas de España pintadas en los mofletes, dicha escritora tendrá la oportunidad de ir, acaso tambaleante, a su botiquín y buscar el bote de las pildoritas de olvidar, ingerir una y borrar para siempre semejante imagen. Pero para que ese remedio contra el recuerdo traumático esté comercializado faltan por lo menos cinco lustros. Que conste que también me hubiera tomado una pastilla al ver a Rosa Díez dando una rueda de prensa con un modelo inaudito inspirado en nuestra bandera. Por fortuna, las pastillas no existen aún, porque con tres telediarios me hubiera convertido en una adicta.

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Evidentemente

domingo 1 de julio de 2012  

Abres una mañana el periódico y te encuentras de pronto con que es el Día del Español. Vaya. Me parecería bien si cada año se tratara de un español en concreto. Por ejemplo, este año bien hubiera podido ser el día de Xabi Alonso. Lo encontraría incluso justo y necesario. Nuestro deber y salvación. Pero no. Lo de “el español” se refiere al idioma. La celebración del español siempre desemboca en declaraciones cursilísimas que igualan a académicos y artistas. La prensa nos recuerda el número de habitantes del planeta que lo hablamos y los famosos ponen la guinda eligiendo su palabra favorita. Dicen, “amor”, “ternura”, “madre” o “solidaridad” y se quedan tan frescos. Si me preguntaran a mí diría que mi palabra favorita es “evidentemente”. Es un adverbio que te da como un aire de dominar el asunto, aunque no tengas ni puta idea. Y si se trata de escribir columnas, con cinco “evidentementes” colocados de manera estratégica tienes escrito un artículo. Es una palabra que suelo recomendar a los columnistas que empiezan.

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Un Dosier Para Merkel y Lagarde

domingo 24 de junio de 2012  

Hace tres años escribí en esta misma columna en la que estoy sentada (si me pusiera en pie, daría un mitin) que antes de la crisis yo tiraba las páginas ocres de los suplementos de economía a la papelera. Despeluchaba el periódico como se despelucha un pollo antes de llegar a casa. Exageraba, como pueden imaginar, pero detrás de cada exageración se atisba la verdad, y lo cierto es que las páginas de economía me daban pereza. O perezón, que describe mejor la galbana dominguera. Llegó la crisis, y una se sentó, como se sentaron muchos de ustedes, pertrechada con las gafas de ver (como antes se decía) para ilustrarme sobre lo que nos estaba pasando y sobre lo que nos quedaba por pasar. En un principio me sentí motivada, por aquello de que la dichosa manía de racionalizarlo todo conduce a pensar que la información es el primer paso para el hallazgo de soluciones, pero una vez que los analistas nos han dejado claro que los economistas llevan camino de encabezar el ranking de diagnósticos garrafales y predicciones incumplidas, y una vez que se nos ha contado que algunos de ellos, muy notables, han sido cómplices de la situación en la que nos encontramos aliándose con la perversión financiera, ya no leo las páginas ocres con el ansia de encontrar información que incluya un halo de esperanza; todo lo contrario, lo que siento yo, lo que usted siente, es zozobra y temor. Incluso los artículos del laureado.

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¡¡¡Semana caribeña!!!

domingo 17 de junio de 2012  

Que dicen que el mundo, tal y como lo conocíamos hasta ahora, se hunde. Debe de ser verdad porque basta con salir a la calle para encontrarse con golosas liquidaciones. Por jubilación, leo en una tienda. Por defunción, en otra. Por reforma. Por traspaso. Está claro que en España nos puede la vergüenza torera y nadie quiere reconocer que es “porque estamos en la puta ruina”. Vuelve una a casa con los ojos llenos de ofertones. Las marquesinas de las paradas de autobús están empapeladas con un cartel que reza: “Nueva York, cinco días y tres noches. Por ochocientos euros”. Cinco días y tres noches. Eso me ha traído a la memoria lo que en los últimos tiempos se viene a denominar “semana caribeña”. En realidad, el populacho llamaba a esas minivacaciones sacadas de la manga “un cacho puente”, pero el Consejo General del Poder Judicial ha querido distinguirse bautizando de manera jacarandosa a las semanas que empiezan en lunes y acaban en miércoles. EL ARTICULO SIGUE AQUI>>

Nuestro Hombre en la Red

domingo 10 de junio de 2012  

Consciente como soy de que España es ese país en el que durante una comida los comensales ocupan el 70% del tiempo recordando platos memorables que saborearon en el pasado y aventurando los platos deliciosos que les deparará el futuro, decidí adaptarme de nuevo a la patria citándome, el mismísimo día de mi llegada, con un tío (ahora se dice “tipo”) que ocupa el 70% de sus columnas hablando de comida. En el 30% restante se le cuela la actualidad, y ahí es donde suele meterse en líos. Pero, ¿de qué sirve un columnista si no se mete en líos? Es más, podría decirse que la definición más ajustada del columnista es la de: individuo o individua que tiene la rara habilidad de granjearse unos cuantos enemigos con menos de cuatrocientas palabras. De lo que se trata es de levantar pasiones, y nuestro hombre, el tío (o el tipo) con el que me cité en mi primera comida española, las levanta a destajo. Bloguero insigne de El Comidista, espacio en teoría dedicado a la gastronomía, pero que le sirve al autor de excusa para agitar conciencias, dar algún palo cuando encarta, provocar sonrisas casi siempre y desplegar un talante irónico sin llegar nunca a hacer sangre. Ese es Mikel Iturriaga. Sí, como el del baloncesto. Son hermanos de sangre, como casi toda España sabe. Aunque cuando le observé avanzar entre las mesas del restaurante pensé que el célebre exbaloncestista era una suerte de primo de Zumosol de nuestro comidista, que está mucho más delgado que en la foto del periódico. Ya, ya sé que en la foto solo aparece el rostro, pero el lector suele hacerse una idea del resto, y en mi imaginación yo le había añadido unos cuantos kilos, tanto en panículo adiposo como en músculo, vaya usted a saber por qué. Tal vez fuera porque se apellida Iturriaga.

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De la necesidad, Virtud

domingo 3 de junio de 2012  

De todo parece que hace un siglo. Uno de los extraordinarios dibujantes de la revista The New Yorker resumía el anacronismo en el que estamos sumidos: un náufrago melancólico en una pequeña isla desierta rodeado de objetos obsoletos o a punto de serlo: un buzón, una cabina, una librería, un teléfono fijo, una máquina de escribir, una tele sin mando a distancia, un tocadiscos… No se sabe si el náufrago está en la isla por el hundimiento de su barco o por decisión propia, por su deseo de permanecer en un ayer más comprensible. De todo parece que hace un siglo, pero no. Se pasa una actualizando el disco duro a diario. Tal vez sea bueno para renovar las neuronas, que solo se estancan con el sedentarismo y la falta de estímulo mental, pero, francamente, no sé si tanto sobresalto es aconsejable para el corazón. Casi desearía una la felicidad de los tontos, o esa otra felicidad envidiable de aquellos que, en los malos tiempos, deciden dedicarse a cultivar su pequeño jardín. Pero lo más común es que nos resulte difícil abstraernos de lo que a diario escupe la actualidad. En lo que al mundo de la cultura se refiere, creo que alguna mente preclara debería montar un curso para que los escritores nos ajustemos a los nuevos tiempos.

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Culo de Mal Asiento

domingo 27 de mayo de 2012  

Colarte en la vida de la gente. Colarte en sus casas, mirar sus fotos familiares, descifrar el aroma que llega de la cocina, calibrar cómo será su vida íntima, observar al personaje en su hábitat. Esa curiosidad se lleva en el código genético. No tiene nada que ver con el chisme sino con un deseo, casi patológico, de comprender el comportamiento humano. La pasión por las vidas de otros. Cuando en mi juventud descubrí que había trabajos que cuadraban con esa manía que yo alimentaba desde niña fui consciente de la gran fortuna que había encontrado. Con veinte años y con la excusa de estar trabajando en una radio entré en casas de ricos y de pobres, de cómicos y de alguna marquesa arruinada, de travestis y algún militar franquista, de rockeros y de algún padre de la Constitución. Los psicólogos tratan de penetrar en el alma del paciente haciéndole hablar en su despacho, pero deberían ser ellos los que se desplazaran a casa de los atormentados, para percibir el lenguaje de las cosas, que suelen expresar lo que su dueño no quiere.

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Algo Tiene Don

domingo 20 de mayo de 2012  

Nada mejor para superar la melancolía de la hora violeta del domingo que tener la perspectiva de ver un nuevo capítulo de la serie que llevas. “Que llevas”, como antes se decía. Antes de afirmar que dado que estoy en Nueva York puedo disfrutar ya de la quinta temporada de Mad men, me impondré un castigo de cincuenta latigazos para satisfacer a aquellos que consideren esta circunstancia un acto de imperdonable esnobismo (con la que está cayendo).

Sí, estoy viendo la quinta temporada. Tranquilos. Pueden seguir leyendo aquellos que temen que desvele detalles de la actual vida de Don Draper. La letra con sangre entra y ya aprendí a no soltar prenda tras haber pecado de bocazas con Match Point, la última gran película de Woody Allen. Una lectora me llamó “spoiler”. La traducción literal de spoiler en castellano es “hijaputa que cuenta el final de las películas”. Esta lectora, para mi desgracia, no sabía inglés. Por tanto, aprendida la lección, más que hablar del argumento, me voy a perder por caminos de sociología improvisada de los que no sé si saldré con brío.

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Saritísima

domingo 13 de mayo de 2012  

Cuando la Montiel entra en el restaurante Pámpano, todos los clientes saben que una celebridad ha hecho acto de presencia. Una vieja gloria latina, quizá cubana, quizá mexicana, una mujer con una gran historia marcada en el rostro. Nueva York es el mejor hábitat para mujeres que, a pesar de sus ochenta y tantos, no renuncian a un acaracolado pelo rojizo ni a pintarse los ojos como si en cualquier momento fueran a cantar cuplés o lucir tantas joyas como dedos se tienen en las manos.

En un primer momento, cuando Javier Rioyo, director del Instituto Cervantes en esta ciudad, me cede amablemente la silla al lado de la artista, me impresiona su mirada perdida, aunque ella misma me ofrece una explicación: una operación en la mácula le ha dejado grandes dificultades de visión, tantas como para tener que escuchar textos en vez de leerlos. Idas y vueltas en la vida de una mujer que hasta los 21 años no supo leer y se aprendía los papeles escuchando los textos. Fue Miguel Mihura, su primer amor, quien comenzó a enseñarle las letras en una cartilla. Más tarde, un pedagógico León Felipe decidió terminar la faena en Puerto Rico: no soportaba que Antonia padeciera las limitaciones del analfabetismo.

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Vaya Par

lunes 7 de mayo de 2012  

La justicia americana es muy peliculera. Tanto, que el joven estafador Frank Abagnale consiguió aprobar el examen que permite ejercer la abogacía en Estados Unidos gracias a empaparse durante horas de la jerga jurídica con la que estaba salpicada la célebre serie de Perry Mason. Aprendió los términos y la coreografía, el tono, la manera de acorralar al acusado. A su vez, otra película, Catch me if you can, contó la historia de este héroe de la estafa, este Houdini maestro de la falsificación de cheques que se pasó la juventud huyendo del FBI hasta que acabó redimiéndose y trabajando para los servicios de inteligencia. Una gran historia que solo podía tener un rostro, el de Leonardo DiCaprio. La justicia americana es tan peliculera que no sabemos qué sería del cine de los yanquis sin las historias de juicios. También es posible que los abogados de hoy hayan aprendido, como el ladrón Abagnale, a defender, a acusar y a pactar imitando a los grandes actores, Raymond Burr, DiCaprio, Spencer Tracy, Gregory Peck, Charles Laughton, Harrison Ford, Paul Newman; en fin, añadan ustedes los que quieran.

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