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Y el Goya es para…

sábado 31 de diciembre de 2016  


Dicen los que saben, psicólogos y poetas, que aquello que más te molestaba de un ser querido que has perdido es lo que finalmente acaba enterneciéndote. Con el tiempo, lo que nos irritaba se convierte en una característica entrañable en ese anecdotario evocador que mitiga la pena. A mí, de mi padre me molestaba que lo guardara todo. No es que fuera un Diógenes del montón, él no andaba hurgando en los contenedores (creo), a mi padre le bastaba con venir a casa y llevarse aquello de lo que suponía que te ibas a deshacer. Yo aprovechaba esa tendencia y cada vez que venía de un viaje con un premio escultórico se lo daba. A él le encantaba ver mi nombre grabado en una placa, y eso es lo que me conmueve. Pero que yo le donara mis trofeos no era incompatible con que alguna vez le dijera que tenía que deshacerse de tanta cacharrería. Así de ingratos somos los hijos. EL ARTÍCULO SIGUE AQUÍ ->> 

 

TÚ ERES TONTO, CHAVAL

sábado 24 de diciembre de 2016  


Hablábamos de cine y humor y el tema se desvió, mejor dicho, se topó con el asunto del momento: la indignación y los límites de la libertad de expresión. Hay un tipo del que yo no sabía nada hasta hace una semana que de pronto saltó a todas las bocas que frecuentan las redes: Cremades, un joven barbado que hace vídeos de chistes bobalicones con tufillo rancio machistoide.Vi dos o tres gracietas y ya. Al parecer, se trataba de alguien muy popular entre aficionados al chiste (no me encuentro entre ellos porque los chistosos me exasperan). Resultó que el tal Cremades dijo en una entrevista que también había hombres violados (en las prisiones), incluso más que mujeres y que de eso no se decía nada. Una idiotez de alguien que no tiene muchas luces. Pero se lio parda. A las bobadas de Cremades siguió la condena en la plaza pública virtual. El chistoso pidió perdón, suplicó el indulto, y al poco la furia se apagó hasta el próximo combate. EL ARTÍCULO SIGUE AQUÍ ->> 

 

Esto Nos Puede Pasar

sábado 26 de noviembre de 2016  

Al día siguiente de las elecciones americanas, dije en la radio que las sorpresas que nos estamos llevando algo tienen que ver con el desconcierto del periodismo frente a un universo cibernético que nos presenta solo aquello que deseamos escuchar. Noté una cierta incomodidad en mis compañeros de tertulia. Algo así como, encima de que estamos en crisis ahora la culpa la tenemos los periodistas. No, los periodistas uno a uno, no. Pero es obvio que algo falla. El lector no busca la verdad sino la confirmación de sus convicciones. Y las grandes compañías, que trafican con nuestros datos y nos conocen ya más que nuestra pareja, nos tientan con las páginas en las que encontraremos unas opiniones que coincidan felizmente con las nuestras. Es aterrador.

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¿Quién vive en una burbuja?

sábado 19 de noviembre de 2016  

En estos días de análisis poselectorales, que son aquellos en los que puedes quedar como un portento de la perspicacia ya que cuentas con la ventaja de conocer el resultado del partido, en estos días, se habla de burbujas. Son días burbujeantes. Se habla de esa gente naif, que vive en su confortable burbuja, que consume cultura para sentirse elevada, que participa con organizaciones humanitarias sin salir de casa para serenar su corazón y que no ve la vida real.

Los que viven en una burbuja suelen ser urbanitas, van al cine con cierta frecuencia, picotean a diario varios medios para tratar de entender el mundo y creen, serán idiotas, que la base de la justicia social está en igualar desde abajo, desde la educación primaria. Los burbujitas son de la opinión de que la televisión pública ha de distinguirse en fondo y forma de la comercial. Los burbujas creen que si hay algo que crea ciudadanos es el buen periodismo, ese periodismo local que conoce el terreno que pisa y llama puerta a puerta para preguntar.

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Tiempos de Resistencia

sábado 12 de noviembre de 2016  


Y al día siguiente los maestros tuvieron que ir a la escuela. En ciudades como Nueva York pudieron mostrar su preocupación, sus ojos enrojecidos. Pero fuera de esta isla, ahora más aislada que nunca, los maestros asumieron una nueva tarea, la de explicar a sus alumnos que, como decía Orwell, dejando a un lado lo que las leyes digan o lo que el que manda ordene, es responsabilidad de los ciudadanos ser justos y, si es necesario, desobedientes para seguir manteniendo, como labor ineludible de resistencia, unos niveles altos de decencia y un innegociable sentido de la justicia. EL ARTÍCULO SIGUE AQUÍ ->> 

 

La Cobra del Pueblo

sábado 5 de noviembre de 2016  


A pesar de las redes y de la sobreinformación todavía quedan, a día de hoy, algunas personas inocentes. Benditas sean. Mi marido me llama desde su cuarto porque tiene una duda.
—¿Qué es hacer la cobra?— pregunta.
—Dícese del gesto ondulante que hace una persona con la cabeza hacia atrás para evitar un beso que no desea.
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Hemos creado un monstruo»

viernes 28 de octubre de 2016  

Un monstruo no se crea de la noche a la mañana. Si en el ámbito familiar intervienen padres, titos y abuelas en la creación de un ser consentido y ególatra, cuando se trata de un monstruo nacional como Trump, han de ser muchos los ciudadanos que se apliquen durante años para que un egomaníaco de escasas luces esté a un paso de la presidencia. Se está dando la cómica situación de que algunas de las personas que participaron activamente en la creación de Frankenstein estén saliendo del armario en estos días para confesar: “Sí, yo también tengo algo de culpa”. Uno de ellos ha sido Tony Schwartz, un tipo que en 1987 ya se había hecho un nombrecillo como periodista, pero que se dejó seducir por la insólita propuesta de Trump para que escribiera su autobiografía. ¿Hay alguien que quiera publicar su autobiografía a los 38 años? Donald Trump. Aunque hoy en día, con la excusa de la autoficción, los escritores empiezan a contar su vida desde preescolar.
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Y el Grammy es para… ¡Philip Roth!

sábado 15 de octubre de 2016  

Qué le voy a hacer, intoxicada como estoy de eso que llaman listas de favoritos para el Nobel de Literatura, todos los años pienso en los eternos candidatos. Debe ser muy triste enrocarse en ese puesto de aspirante oficioso, de tal manera que un día al año todo el mundo te recuerde con un poco de penilla. En cuanto se supo el nombre de Dylan, pensé en Philip Roth, porque creo que es el ser humano al que más le fastidia no ganar el Nobel. Si de algo hace alarde el novelista es de una vanidad sin innecesarios pudores. A mí ese desparpajo me resulta muy simpático; cuando le escuché en el documental sobre su persona afirmar que se acababa de leer sus obras completas para ver si se sostenían en el tiempo y que se había quedado bastante satisfecho me entró una ternura enorme por el anciano vanidoso. Al menos es sincero, otros deben estar leyendo sus obras en silencio, preguntándose cómo coño no han entrado ya de una puñetera vez en la lista de eternos candidatos. Me imagino a Roth, que sí lo viene siendo desde hace años, este mismo jueves. No lo visualizo mirando el Twitter, eso ya sería en sí mismo un chiste, sino poniendo la radio y escuchando el nombre de Bob Dylan. ¿Bob Dylan? Lo imagino haciendo cábalas: Bob Dylan, estadounidense, judío… Maldita sea. ¿Cuánto tiempo tendrá que pasar para que otro judío americano vuelva a llevarse el premio? EL ARTÍCULO SIGUE AQUÍ ->>

 

COÑO, ESA PALABRA DE MODA

viernes 7 de octubre de 2016  


Hubo un tiempo en el que algunas mujeres achacaban a los hombres la mala costumbre de pensar con la polla. Pensar con la polla era estar prisionero, pero a mucha honra, de los instintos más primarios. De un hombre que pensara con la polla una mujer no se podía fiar. Un hombre que pensaba con la polla no valoraría a una mujer en su conjunto, intelecto y físico, sino que sólo se detendría a valorar si una chica era lo suficientemente atractiva para esa parte del cuerpo con la que pensaba, la polla. Yo conocía a hombres así de transparentes, algunos incluso me hacían gracia por su evidente primitivismo, pero no eran mi tipo. EL ARTÍCULO SIGUE AQUÍ ->> 

 

Me vais a quitar del mundo

viernes 30 de septiembre de 2016  

“Me voy a poner delante del primer camión que pase”, “ya me echaréis de menos cuando falte”, “vosotros no sois normales”, “te voy a devolver a los gitanos que te dejaron en la puerta”, “y si tus amigas se tiran por un puente ¿tú también te tiras?”, “un día yo me largo y no me volvéis a ver el pelo”, “un día me subo a una peña y me tiro”, “te voy a acogotar”, “os voy a meter a todos en un internado”, “eres más tonto y no naces”, “me vais a quitar del mundo”, “me vais a enterrar”. Usted también puede añadir la frase, seguro que fresca aún en la memoria, que pronunciaba su madre en esos momentos desesperados que culminaban en una declaración brutal de hartazgo, aburridas como estaban de una condición de la que no podían escapar.

Me puse a la tarea de recopilarlas esta semana, animada por un libro que comencé a leer con cierta aprensión: #Madres arrepentidas. Una mirada radical a la maternidad y sus falacias (Reservoir Books), de la israelí Orna Donath. Confieso que me chirría el hecho de que la propia autora califique su estudio de radical. Pues bien, mientras leía este ensayo en el que la autora da voz a 25 madres, de distinta edad y condición, que confiesan detestar la maternidad a pesar de amar a sus hijos, yo iba preguntando a los amigos si alguna vez sintieron que sus madres renegaban de ellos. Y sí, con frecuencia. Las frases más tremendas provenían de las mujeres de la generación de la mía, que desahogaban su ira sin importarles si eso hacía mella en nuestra sensibilidad. Visto el resultado no parece que aquellos momentos Magnani nos hayan dejado el corazón averiado, porque observo que acaban siendo frases fetiche que los hermanos compartimos con más risas que rencor. Va a resultar que la ultra expresividad mediterránea les servía a ellas de desahogo y nosotros, niños de una generación más curtida que la actual, lo hemos incorporado al álbum de recuerdos.

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© Elvira Lindo 2021