La Vida Lisboeta
A cuenta de la crisis, la mundial, la española, la del papel, la del sector editorial; en fin, de todas las crisis superpuestas, me he visto esta semana defendiendo el libro de papel y les confieso que me he sentido un poco estúpida ante las preguntas de algunos periodistas. Estúpida porque en vez de la enojosa defensa tenía que haber optado por responder: “mejor nos vemos aquí dentro de cincuenta años”. Pero dentro de cincuenta años yo ya no estaré (en principio), y los jóvenes periodistas de hoy llevarán tiempo retirados. El libro de papel nos sobrevivirá, y no habla mi corazón, sino mi entendimiento: es un buen artilugio, sencillo, un prodigio del diseño, se puede llevar a cualquier parte y no requiere batería o conexión. No nos deja tirados, como a menudo deja un ordenador. EL ARTICULO SIGUE AQUI >>