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El Odio

miércoles 15 de septiembre de 2010  

Los que acentúan la división entre personas de distinta ideología hasta hacer la convivencia insoportable, deberían pagarlo. Deberían pagarlo los que agitan la idea de que es imposible la amistad entre personas que votan a partidos enfrentados. Deberían pagar su enorme capacidad de hacer daño los que extienden la idea de que es imposible convivir con individuos de cierta religión. Deberían pagarlo. El 11 de septiembre de 2001 Estados Unidos padecía la era Bush. El entonces presidente no se presentó de inmediato en la ciudad del atentado. La demora fue interpretada como falta de reflejos por unos y como rechazo a una ciudad en la que nunca se sintió querido por otros.

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En Misa

miércoles 8 de septiembre de 2010  

Tan acostumbrados estamos a que los partidos hayan acaparado los informativos que casi no percibimos que las noticias no son noticias sino un baile de declaraciones en las que el periodista más que contar asume el papel de sostenedor de micrófonos y, en ocasiones, ni eso: es habitual que los gabinetes de prensa de los partidos elijan los momentos estelares de los mítines para disfrute de los espectadores.

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Bicho Raro

miércoles 1 de septiembre de 2010  

A veces ocurre que tratando de calibrar cuál es mi opinión sobre un debate me doy cuenta de que pienso una cosa y su contraria, y esa falta de firmeza en un país donde solo cabe ser cristiano viejo o hereje me arroja a la condición de bicho raro. A principios de verano, cuando la actualidad política palidecía y España había decidido abandonarse a sí misma, saltó la liebre: el presidente tenía una favorita para la presidencia madrileña y deseaba que el actual candidato abandonara, sin rechistar, sus aspiraciones. Este periódico cedió sus tribunas a los defensores de uno y de la otra, y quien esto escribe, trató de decantarse preguntando aquí y allá, a expertos o a simpatizantes del PSOE. Para unos lo sensato era darle la oportunidad a un candidato que lleva años trabajándose el puesto; para otros lo sensato era poner a la cabeza a alguien con capacidad de arrebatarle el trono a la imbatible Esperanza.

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Buenas Notas

lunes 23 de agosto de 2010  

«Este artículo publicado en la revista ELLE se lo dedico a todos mis queridos amigos de esta página: gracias por vuestro cariño. Es eso lo que busco y me siento muy recompensada»
Elvira Lindo

Me pasa como a los niños, llega el verano y hago recuento, como si se acabara el curso, y aunque ahora no tenga que enfrentarme a la pesadilla de los exámenes y las odiosas notas, hay algo en estas fechas, al menos por mi parte, de boletín de calificaciones, de buenos o mediocres resultados; o bien, al estilo pedagógico que marcan los tiempos, de “progresa o no progresa adecuadamente”. Este curso escolar ha sido importante para mí, lo siento de manera intensa. He terminado un libro que, por razones diversas (el miedo y la temible dispersión) me ha costado mucho escribir: ¡cuatro años! Pero ya está aquí. Lo veré en septiembre en las librerías y sentiré alegría, vértigo, pudor y también una lejanía creciente: me irá dejando de pertenecer para ser de cada persona que lo tenga en sus manos. +

Por qué queremos a Chéjov

sábado 21 de agosto de 2010  

El último adiós a Chéjov estuvo marcado por un quiebro cómico. Su cuerpo inerte, procedente de un balneario alemán, entraba en la estación de Moscú en un vagón de ostras. Aquellos que le esperaban se equivocaron de muerto y se unieron a la comitiva que honraba a un general, con orquesta incluida. Su amigo, el escritor Máximo Gorki, lamentó que aquella anécdota tragicómica rubricara la vida de quien tanto había huido de la vulgaridad. Cierto, pero también lo es que la melancolía chejoviana está impregnada de ese humor con el que empezó a ganarse la vida, escribiendo historietas cómicas bajo el seudónimo de Antosha Chejonte. Él reivindicó la ironía tanto en los cuentos posteriores como en su teatro, luchando porque los actores interpretaran sin énfasis y sin olvidar que un aliento de comicidad vibra, como en la vida, por debajo de la tragedia. Chéjov no quiso verse nunca a sí mismo en el papel del muerto, sino en el del hombre que observa la comitiva fúnebre y reflexiona: «Mientras a ti te llevan al cementerio, yo me iré a desayunar». Un tozudo apego a la vida en quien estuvo esquivando el destino fatal de los tuberculosos durante un tercio de la suya.

La muerte de Chéjov en el balneario de Badenweiler ha sido una de las más contadas de la historia de la literatura. Los testigos, Olga Knipper, la actriz que consiguió acabar con su empecinada soltería, el médico del balneario y un estudiante ruso al que Olga pidió ayuda. El doctor, sabiendo que la muerte era inevitable, pidió una botella de champán. Chéjov apuró su copa y dijo, «hacía tanto que no bebía champán». Se recostó en la cama y cerró los ojos. La ligereza de la escena encajan bien con este hombre dulce, algo distante, «delicado como una muchacha», como lo definió Tolstói. El escritor Raymond Carver, que tanto debía al cuentista ruso, escribió un cuento, Tres rosas amarillas, en el que se narra esta escena de la muerte. El relato tiene tales visos de realidad que, otra ironía chejoviana, las biografías publicadas con posterioridad al cuento incluyen detalles inventados por el americano.

No es extraña la veneración de Carver hacia el ruso. Se podría afirmar que el país en el que de manera más profunda caló la prosa directa y pura de Chéjov fue Estados Unidos, donde lo prolijo y lo pomposo no gozan de prestigio. La falta de artificio y la nula idealización de los personajes son los pilares de esa plantilla que Chéjov dejó escrita para que sobre ella se escribiera el relato americano. Pero la admiración de los chejovianos hacia Chéjov no se detiene sólo en lo literario. Si Carver escribió sobre la muerte del escritor fue, probablemente, porque llevaba tiempo sumergido en las peripecias de una vida que estuvo marcada, desde su origen, por la rebeldía hacia lo que parece estar escrito sobre un ser humano desde el nacimiento. Chéjov, nieto de un siervo que compró su libertad, tuvo siempre una clara conciencia de que el escritor de clase alta da la libertad por garantizada, mientras que aquel que nace en la miseria ha de ganársela a pulso. Aquel hijo de tendero, tercero de seis hermanos, se convirtió en el cabeza de familia, estudió medicina para acabar practicándola de manera casi gratuita y empezó a ganarse la vida escribiendo de encargo y sin sentirse del todo parte del universo literario.

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El Pisito

miércoles 30 de junio de 2010  

No es que España gastara por encima de sus posibilidades, es que se ha comportado con una insensatez en el gasto público superior a países más productivos que el nuestro. Cuando hablo de gasto público me refiero, por supuesto, al injustificado, al caprichoso, al sistema que se sacó de la manga la necesidad de miles de asesores, que multiplicó los coches oficiales, que permitió que un alcalde ganara más que un ministro o que el mismo presidente, que sufragó gastos de expediciones absurdas al extranjero para llevar una política exterior dispersa y disparatada y subvencionó o transformó (para mal) todas las fiestas populares convirtiéndolas en el escaparate del partido de turno. En fin, en esa carrera del gasto superfluo España fue campeona y cada lector puede añadir un elemento más de despilfarro. +

Banderas

lunes 14 de junio de 2010  

Si fuéramos un país normal la mitad de los debates estarían de más. Nos pasamos la vida engordando polémicas de asuntos que no tienen fuste. Parece que fuéramos tontos, que no aprendiéramos nada. Habiendo padecido la dramática guerra de las banderas en el País Vasco, cuando instalar una bandera de España en ciertos ayuntamientos era o es un acto heroico, no se entiende a qué viene que la alegría de una victoria deportiva les sirva a algunos para criticar la decisión de añadir otra bandera a la común. Dos jugadores de la selección, Xavi Hernández y Puyol, se envolvieron en la senyera para celebrar su triunfo. Para el espectador democrático, el que una senyera y una bandera española se agitaran al mismo tiempo fue un síntoma de libertad, de la misma forma que se pudieron ver banderas canarias o andaluzas. Qué importa. +

Periodistas

miércoles 19 de mayo de 2010  

Ojalá que los futuros periodistas se rebelen. Ojalá que a pesar de enfrentarse a un escenario complicado intuyan que hoy el periodismo es más necesario que nunca y sean conscientes de que los medios, engolfados con el politiqueo, están ignorando esas historias anónimas que definirían el extraño momento que estamos atravesando. Ojalá que no sean cínicos, que ejerzan una crítica implacable contra esos personajillos que desde hace tiempo inundaron las pantallas y no han servido más que para sembrar la creencia de que es legítimo ganar dinero sin hacer el mínimo esfuerzo. Ojalá que no sean mansos y no se dejen arrastrar por esa corriente venenosa que consiste en acudir a las ruedas de prensa para tomar nota sin rechistar. Ojalá que sean tan honrados como para desconfiar del político que les paga un viaje convirtiéndoles en parte de su corte. Ojalá que entiendan que el mejor periodista, en contra de la práctica tan habitual en España, es el que se mantiene lejos del poder, no el que alardea de estar en la pomada. +

Catastrofismo

lunes 3 de mayo de 2010  

Pobres de aquellos que observen la realidad de España sólo a través de los medios de comunicación. Una semana enclaustrado en casa siguiendo este complicado momento de nuestro país sólo a través de lo que se escribe y se dice y el que está dentro querrá exiliarse y el que está fuera deseará no volver hasta que escampe. Esa cantinela derrotista no es nueva. Seguimos la estela de una arraigadísima tradición cultural. Una idea que sueltan las mentes preclaras como si la pronunciaran por primera vez: que los españoles no tenemos remedio, que antes o después nos hundiremos, que en nuestra carga genética está escrito que somos corruptos, marrulleros, y ahora, para rematar, que por no servir no hemos servido ni para construir una democracia. Lo extraordinario es que la misma fórmula derrotista sirve, cambiando los argumentos, para columnistas de muy distinto pelaje. +

Resumiendo

miércoles 14 de abril de 2010  

Por primera vez en mucho tiempo, el New York Times le ha dedicado un editorial a España. Por primera vez en mucho tiempo, el asunto a tratar no han sido los toros, la tomatina o el jamón de bellota. Simultáneamente, hemos encabezado secciones internacionales de periódicos argentinos, chilenos, ingleses o franceses. Si queríamos que nuestro país ocupara un lugar notable en la prensa del mundo con un tema que no fuera folclórico lo hemos conseguido. Lástima que el resultado sea para recibir el pésame más que la enhorabuena. A estas alturas, extranjeros de aquí y de allá observan atónitos una noticia que para ellos se resume de la siguiente manera: dos organizaciones franquistas llevan a los tribunales al juez que ha querido fijar las responsabilidades de la represión y dar honrosa sepultura a los muertos que aún permanecen enterrados en fosas comunes. +

© Elvira Lindo 2021