Cañas y tapas
Cada vez que la prensa española se hace eco de lo que la internacional cuenta de nuestro país los lectores aceptamos esas piezas de información con la cabeza gacha, como los niños de antes ofrecían la nuca para recibir una colleja. Pero es de justicia dejar constancia de otras columnas en las que se reconoce algo positivo de este país diariamente cuestionado. Falta nos hace. Porque si primero fue la crisis internacional, luego la explosión de nuestra burbuja, más tarde nuestra propia crisis financiera y, en los últimos tiempos, la amenaza constante del rescate, ahora lo que padecemos, superando incluso los elevados índices de la prima de riesgo, es una especie de desánimo colectivo, una suerte de gripe suave pero constante que no nos deja postrados en la cama pero sí faltos de fuerzas para imaginar una luz al final del túnel.