Revelación
miércoles 26 de diciembre de 2012
Durante estos años pasados, cuando nuestros dirigentes no parecían dispuestos a dar por terminada la fiesta, algunos columnistas, entre los que me encontraba, denunciábamos el sinsentido de todos los servicios que generaban las instituciones públicas. Desde los innumerables asesores que anulaban a funcionarios que podrían haber cumplido con creces el trabajo que los políticos confiaban a externos a los chóferes de ese interminable flotilla de coches destinados a que nuestros representantes no pisaran jamás el mismo suelo que la población que los había votado.