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Dice Cebrián que los periódicos ya no vertebran la opinión pública. Si lo dice Cebrián cierto será, ya que él ha sido sin duda uno de los vertebradores de la opinión en la España democrática. Y dice, dice Cebrián, que casos como el del Rey y los elefantes (habría que comenzar a llamarle el Rey de la Selva) no hubieran provocado una crisis institucional si no hubiera sido porque las redes sociales encendieron el debate. Puedo asegurar que lo que dice, Cebrián, es cierto. Yo era una de esas manifestantes caseras: colgué la canción de Dumbo, el dibujo de Babar, la marcha de los elefantes de El libro de la Selva, intervine en la página de la organización conservacionista WWF, clickeé varios “likes” en chistes que surgieron en un tiempo récord, compartí reportajes al respecto de The Guardian, envié no una sino una docena de veces el significativo artículo que Zarzalejos escribió para el Confidencial. Fue un no parar. Una jornada que acabé con la sensación de haber participado en la histórica víspera de un cambio de sistema. Tanto es así que me costó irme a la cama, como les pasa a los niños, y despegarme de este juguete adictivo que es el ordenador y su consecuencia, que son las redes sociales.