Capital de la Franquicia
A pesar de que estos dos días se hace recuento de los nombres ilustres que compartieron charla y café en sus mesas, lo realmente bueno de #ElComercial era que no pertenecía a los escritores, ni a los dibujantes, ni a los guionistas, ni a los jugadores de ajedrez, ni a los cómicos, ni a los cronistas que con tanta frecuencia poblaron sus salas, la de arriba y la de abajo. Lo atractivo era el público heterogéneo, que no se sentía intimidado por el peso de la cultura; su salón abrigaba tertulias de abuelas en invierno, que tomaban café con churros y limonada en verano, y que asombraban con su viva presencia a los extranjeros que suelen señalar, como una de nuestras peculiaridades, la gran actividad social de los viejos, más aún de las viejas, amantes de las cafeterías. EL ARTICULO SIGUE AQUI >>