¿SOY ELITISTA?
Los más viejos del lugar se acuerdan de cuando Felipe González dijo estar leyendo Memorias de Adriano. Eran los mismos tiempos de euforia socialista en los que Alfonso Guerra se convirtió en involuntario promotor de Gustav Mahler y reivindicó a don Antonio Machado. Más tarde, cuando ya los tiempos de la bodeguilla de Felipe (en la que más que hablar escuchaban una troupe de artistas y toreros) habían caducado, José María Aznar mostró sus veleidades poéticas y afirmó tener al poeta Cernuda como descanso del guerrero. Luego llegó la peculiar recomendación literaria de Rajoy, La catedral del mar, y su afición bien sabida al Marca. Se podría decir que sólo en Jorge Semprún ha tenido la clase política de la democracia a un verdadero intelectual, tan vocacional en su oficio de escritor que cuando dejó la cartera de Cultura no pudo evitar hacer un retrato poco favorecido del Gabinete del que formó parte en Federico Sánchez se despide de ustedes. EL ARTICULO SIGUE AQUI ->>