Bicho Raro
A veces ocurre que tratando de calibrar cuál es mi opinión sobre un debate me doy cuenta de que pienso una cosa y su contraria, y esa falta de firmeza en un país donde solo cabe ser cristiano viejo o hereje me arroja a la condición de bicho raro. A principios de verano, cuando la actualidad política palidecía y España había decidido abandonarse a sí misma, saltó la liebre: el presidente tenía una favorita para la presidencia madrileña y deseaba que el actual candidato abandonara, sin rechistar, sus aspiraciones. Este periódico cedió sus tribunas a los defensores de uno y de la otra, y quien esto escribe, trató de decantarse preguntando aquí y allá, a expertos o a simpatizantes del PSOE. Para unos lo sensato era darle la oportunidad a un candidato que lleva años trabajándose el puesto; para otros lo sensato era poner a la cabeza a alguien con capacidad de arrebatarle el trono a la imbatible Esperanza.
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