Una vida de película
Cabría pensar en la mala suerte de la dama del cuplé al tener que cederle protagonismo a la dama de hierro, pero analizando las razones por las que la británica reina hoy en las secciones de necrológicas de todos los periódicos del mundo creo que la manchega sale triunfante por una razón de carácter histórico: es difícil que una cómica tenga el poder de empeorar el mundo.
Leo hoy un retrato algo camp que le hacía en 2003 el escritor Francisco Umbral, y dejando a un lado ese estilo ligero y descarado que uno envidia en estos tiempos espesos, el cronista, fiel a su naturaleza misógina, le leía la cartilla a la Antonia por estar aireando el romance que mantuvo, cuando casi era una niña, con el dramaturgo Miguel Mihura. Umbral definía a Mihura como un caballero por no haber dicho ni mú, y a la Antonia como una bocas (la palabra la pongo yo) por contar que se acostó con la crema de la intelectualidad. Por resumirlo de manera castiza. Se ve que lo que una chica tiene que contar después de acostarse con un señor mayor y volverle loco (según ella) es que dicho señor la enseñó a leer y a escribir. Que la alfabetizó.