Sin Debate
No hay debate. Nos enfrentamos a un mañana sombrío en el que acabaremos prescindiendo de lo fundamental y manteniendo lo accesorio, y no hay debate. No saben tenerlo los partidos. Y, como reflejo de un sentido partidista de la política que los ciudadanos hemos asumido dócilmente en estos últimos años, tampoco nosotros sabemos. En cuanto nos enfrentamos a un asunto espinoso procuramos formar nuestra opinión según lo que predique el partido al que votamos, y nos aferramos a ella. Porque no sabemos debatir o porque todos los debates se nos pudren enseguida. Sale a la palestra la incontenible Esperanza Aguirre y pone en duda el sistema autonómico y eso nos sirve para considerar que cualquier cambio en la organización del Estado nos devolvería al centralismo franquista.