Aunque nos tiemble la barbilla
Perdón por traerme a mí misma a colación, pero es que sin pretenderlo son muchas las ocasiones en que he experimentado ese ninguneo, desprecio o condescendencia que se dedica a las mujeres cuando están emparejadas con un hombre importante (por resumirlo así). Recuerdo que hace algunos años escribí sobre un libro, Muerte y vida de las grandes ciudades, de la activista sociopolítica Jane Jacobs, que revolucionó el concepto de urbanismo en los primeros años sesenta, denunciando esos proyectos urbanos que obviaban la idea de comunidad. Contaba en mi texto que en aquel entonces se hablaba de Jacobs como un ama de casa que traducía las ideas de su marido, arquitecto, y que sus tesis humanizadoras de la ciudad trataron de ser acalladas con no pocas dosis de burla hiriente por parte de esos intelectuales que no la consideraban una persona académicamente preparada. Cuando escribí mi artículo una lectora me envió el enlace de un blog donde departían unos señores con gran dotación de todo tipo, intelectual y testosterónica.