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Elvira Lindo: “Antes parecía raro que Manolito hablase de dinero, pero ahora…”

domingo 6 de enero de 2013  

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La Sordera Nacional

domingo 6 de enero de 2013  

Para decirle la dirección al taxista tengo que levantar la voz porque tenemos la música por barrera. No una barrera infranqueable: sería sencillo que él cayera en la cuenta de que con bajar el volumen nuestra comunicación sería fluida. Pero no. Como no me oye bien, me pide que repita, yo chillo y a correr. Por el camino, me voy irritando en progresión geométrica según se suceden las canciones. Son esas canciones pop “de ayer, de hoy y de siempre” que algunas cadenas de radio han machacado hasta convertirlas en un chicle pegado en la acera. Recuerdo que la radio pública americana emitió el año pasado un programa dedicado a aquellas buenas canciones que a fuerza de sonar en emisoras de standars, en supermercados o en diners habían acabado por ser detestadas por sus propios fans. Una de ellas es Hotel California. Hotel California es la que está sonando cuando, armada de valor, le pido que, por favor, baje el volumen. Siento que tengo que hacer acopio de valor para pedírselo porque la contaminación acústica en España es sagrada. Es un derecho indiscutible incluido en esa especie de Constitución tácita que cada español trae bajo el brazo cuando nace y que le permite provocar ruido a su antojo.

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Por Caridad

miércoles 2 de enero de 2013  

Cómo no te va a partir el corazón esa pobre mujer que acude a la tele pidiendo asistencia para un hijo enfermo; cómo no va a provocar compasión quien cuenta a cámara que no trabaja desde hace años, tantos, que ya se le pasó la edad de resultar atractivo a una empresa; cómo no conmoverse si a un programa acude toda una familia que muestra su desgracia como un último recurso de salvación antes de que todo se derrumbe definitivamente. Tras una primera reacción de empatía y comprensión, hay una segunda, de rabia, no relacionada con los que movidos por una situación angustiosa acuden donde sea, sino con los que supuestamente animados por la bondad les empujan a convertirse en protagonistas de espacios televisivos cuyo objetivo es mostrar la cara de la desgracia.

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Allen, el viejo artesano

domingo 30 de diciembre de 2012  

Qué rara es la gente cuando no esperamos verla. Cuando la encontramos fuera de su entorno o despojada del uniforme al que la tenemos asociada. De esa forma me crucé con uno de los personajes más icónicos de la cultura del siglo XX. Unas gafas de concha, un gorrito de tela, una cara alargada. La cara de Woody Allen, tan representada y presente en el merchandising de la cultura americana que se puede reproducir con trazos contados. Pero fue verle de pronto, una tarde de domingo de invierno en Madison Avenue, del brazo de una mujer que no aparentaba haber sido la protagonista de un amor oscuro, y tardar en reconocer a una de las personas más familiares de nuestro universo cultural.

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Revelación

miércoles 26 de diciembre de 2012  

Durante estos años pasados, cuando nuestros dirigentes no parecían dispuestos a dar por terminada la fiesta, algunos columnistas, entre los que me encontraba, denunciábamos el sinsentido de todos los servicios que generaban las instituciones públicas. Desde los innumerables asesores que anulaban a funcionarios que podrían haber cumplido con creces el trabajo que los políticos confiaban a externos a los chóferes de ese interminable flotilla de coches destinados a que nuestros representantes no pisaran jamás el mismo suelo que la población que los había votado.

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Generosos y tacaños

domingo 23 de diciembre de 2012  

Con los años voy construyéndome un manual de psicología basado en la observación minuciosa de los seres humanos. A unos les da por los insectos; a otros, por la Vuelta Ciclista; a otros, por las plantas. Yo miro a mis semejantes: miro, escucho, pregunto. Tan raro suele ser sentir interés real por los otros que a veces noto que esos otros se me ponen en guardia, como si sintieran que pretendo sacarles una información valiosa. Y no. Las vidas privadas en sí me interesan poco. Y menos para divulgarlas. Es una curiosidad en estado puro. Si acaso tendrá cierta utilidad a la hora de construir personajes de ficción. Como los seres humanos somos muy repetidos, he observado que suelen ser los tacaños quienes hacen más gala de su generosidad. No porque intenten exagerar lo poco que dan, eso es lo que yo pensaba antes; el mecanismo mental es otro: aquello de lo que se desprenden, por ridículo que sea, siempre les parece mucho, y esto les empuja a comunicarlo continuamente, para sentir recompensado ese brote inaudito de generosidad a fuerza de prestigio.

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Manolo en Babelia

sábado 22 de diciembre de 2012  

 

Manolo en Página 2

viernes 21 de diciembre de 2012  

 

CADENA SER: Me gusta escuchar el habla de la gente»

viernes 21 de diciembre de 2012  

 

Mentes Y Balas

jueves 20 de diciembre de 2012  

Que hay países todavía más divididos que el nuestro no debería ser un consuelo, pero nos evita por una vez el manido discurso catastrofista. Y es que, en efecto, no somos los únicos que aprovechando las brasas de un suceso violento nos lanzamos a enfangarnos en discusiones que jamás acabarán en un debate real. Parece que solo hay dos maneras de encarar la masacre de Connecticut, dejando a un lado que a cualquier persona emocionalmente bien equipada la irrupción del crimen en un lugar sagrado como es la escuela le sacude las entrañas.

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© Elvira Lindo 2021