Nevenka, tal como éramos
Solo asumiendo los errores como parte de nuestra naturaleza podremos entender la hondura del acoso que sufrió esa joven a la que el tiempo ha dado de tal manera la razón que todo un pueblo debiera pedirle disculpas.
Solo asumiendo los errores como parte de nuestra naturaleza podremos entender la hondura del acoso que sufrió esa joven a la que el tiempo ha dado de tal manera la razón que todo un pueblo debiera pedirle disculpas.
Algunos incautos perciben a las reinas y reyes del desparpajo como transmisores de una gran verdad, por eso conviene desconfiar por sistema de los charlatanes que venden verdades de mercadillo.
Nos han tocado en suerte tiempos convulsos en los que resulta difícil desbrozar del chorreo informativo que recibimos aquellos discursos punibles, incitadores reales de la violencia, de aquellos otros que aun siendo pestilentes, no se pueden considerar pirómanos. No es este un debate que concierna solo a nuestro país. Se trata, sin duda, del tema de nuestro tiempo.
No acabo de comprender por qué quienes están en contra de esta ley ofrecen razones tan extraordinarias e improbables, como que alguien se cambie de sexo para ir a una cárcel de mujeres, para entrar en sus baños y violarlas o para cubrir cuotas femeninas de los consejos directivos. ¿De verdad conocen la triste realidad de estos seres humanos destinados a la marginalidad? ¿Alguien cree que las mujeres vamos a ver borrada nuestra condición por integrar a personas históricamente excluidas?
Nuestra dependencia del turismo nos ha convertido en uno de los países más débiles de la Unión, lo cual significa que aquellas reflexiones de cambio que provocó el anterior derrumbe económico no tuvieron en absoluto un efecto transformador.
Creen los adolescentes en su comprensible ignorancia que ellos inventan el deseo y desde ese convencimiento suelen considerar que sus padres son ajenos al impulso sexual. Es un malentendido justificado por la inevitable egolatría juvenil, cuya ceguera suele curarse con el tiempo. Mi generación, y las de esos jóvenes que protagonizaron el advenimiento de las libertades en España, estaba a gusto con la idea de que nuestros padres habían limitado sus encuentros sexuales al único fin de procrear, como así establecía la Iglesia católica: evitábamos la incómoda visión de imaginar a los progenitores gozando y en consecuencia nos erigíamos en inventores de la libertad.
Denota un nulo conocimiento de lo que exige el servicio público; es tan inaceptable robar una dosis a otro que la necesita más que tú, tan abusivo colocarse el primero cuando deberías estar trabajando para velar por la salud de aquellos que confiaron en ti para mejorar sus vidas, que es inevitable sentir una vergüenza delegada.
¿Cómo recordarán los niños de hoy este tiempo? Estoy convencida de que la experiencia quedará por escrito en el futuro misterioso de la literatura que está por llegar. Ellos escribirán lo que nosotros hemos tratado de narrar torpemente, en un diario, en un artículo de periódico. EL ARTÍCULO SIGUE AQUÍ ->>
Fue en septiembre cuando el prestigioso doctor Bouza, exjefe del Servicio de Microbiología y Enfermedades Infecciosas del Gregorio Marañón, fue nombrado portavoz del Grupo Covid-19, órgano creado para que los Gobiernos de España y Madrid cooperaran de una maldita vez. Quienes lo conocemos respiramos aliviados: solo una persona de la calidad profesional y humana de Bouza podía poner sensatez en semejante guirigay.
No hay que ser aguafiestas, pero las recomendaciones de las autoridades se contradicen de tal manera con las de los científicos que nos sumen en el puro desconcierto: que si allegados, que si convivientes, que si seis, que si cuatro, que diez, que consuma usté para salvar el comercio, ah, no, que mejor no salga de casa y compre por Internet, que no se arrime a otros ni entre en locales cerrados, bueno que sí, entre, sí, entre, qué coño, ¡es el desafío de la libertad! EL ARTÍCULO SIGUE AQUÍ ->>
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