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La Derrota

miércoles 30 de noviembre de 2011  

Vaya, vaya. De acuerdo que nadie dice en público lo que confiesa en privado. Pero se agradece el intento de que las dos posiciones, la pública y la privada, convivan con un mínimo de coherencia. Nunca me pareció Zapatero el gran hombre de Estado que otros veían en él y algunas veces hube de callarme porque, al principio, cuando la burbuja de la felicidad aún flotaba y la política podía permitirse el lujo de manifestarse a través de gestos, el bautizado como ZP provocaba tal encandilamiento en sus defensores que se te revolvían agresivos si al gurú le ponías alguna pega. Pero aun no habiendo participado en el coro de entusiastas jamás creo que le dedicaré palabras tan duras como las que algunos socialistas pronuncian ahora en público contra él. Ahora, claro. Porque durante los años zapaterianos el descontento de la vieja guardia socialista solo se dejaba oír en las sobremesas de algunos restaurantes y en las esquinas de algunos pasillos.

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