Tú no eres de los nuestros”
La muerte del gran fotógrafo René Robert en una calle del centro de París nos hace preguntarnos si seríamos capaces de actuar con ese nivel de indiferencia.
La muerte del gran fotógrafo René Robert en una calle del centro de París nos hace preguntarnos si seríamos capaces de actuar con ese nivel de indiferencia.
Cuando los abusadores pertenecen a una institución con el poder social que ha ostentado la Iglesia católica, las víctimas tienen derecho a una reparación pública por el daño recibido. La Conferencia Episcopal Española tendría que sentir el deber moral de asistirles en su herida enfrentándose al hecho de que protegieron a un buen número de abusadores que camparon durante décadas a sus anchas.
Se suponía que la canción popular era aquella que podía llegar nítida a los oídos de cualquiera, pero ahora se ha plagado de códigos, como si fuera esa obra de arte conceptual de la que el experto tuviera que desentrañar el sentido. Quisiera saber por qué esta bella mujer pone a Dios por delante del acto de chingar, por qué lo religioso asoma con inusitada frecuencia en las letras sexys, como una transgresión rescatada. Dicen que ha habido reacciones muy violentas a estos versos. Tampoco lo entiendo.
Todo el discurso simplificado al máximo, personificado ahora el mal en un ministro de consumo que no ha dicho ni más ni menos que lo que la evidencia científica nos lleva señalando años: o nos decantamos por el modelo de explotación ganadera al que tiende Europa o por el chino. Si además hacemos correr el bulo de que ese ministro ha defenestrado en el extranjero los productos españoles, tanto mejor; si se le cuelga el sambenito de enemigo de los ganaderos, miel sobre hojuelas. Si a estas acusaciones se les añade unas gotitas de esencia nacionalista la fórmula es perfecta. La mentira se propaga más rápido que la verdad. Y si una mentira nos impulsa electoralmente es porque hay un pueblo dispuesto a creerla.
Las razones por las que una persona decide quitarse la vida son tan oscuras y enrevesadas que atribuírselo a un circo televisivo es una conclusión simple y poco científica; no así en cambio preguntarse cuántos controles fallaron para que asistiéramos en directo a la caída anímica de una persona.
“De lo único que me arrepiento es de haberte traído al mundo”. Esta es la despiadada nota que la madre del compositor y letrista Stephen Sondheim dejó a su hijo adolescente antes de meterse en el quirófano para que le practicaran una operación de cirugía estética. Lo estoy leyendo en Stephen Sondheim. A Life, una sólida biografía escrita por Meryle Secrest, que da cuenta de los años de formación y gloria de este genio musical.
No me cabe la menor duda de que Almudena Grandes tendrá su calle o su plaza, su biblioteca pública, porque los que ahora gobiernan mañana no estarán, pero la lealtad de los lectores es muy poderosa. Se me vienen a la cabeza los versos de Lorca por la muerte de Sánchez Mejías: “Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace/ Un andaluz tan claro, tan rico de aventura”. Versos que parecían describir el sentimiento de ese pueblo expresivo y cálido de Madrid que acudió a despedirla al cementerio civil.
¿Qué es la paz interior? La que te deja una buena sopa. En las tascas de Lisboa se respira esa paz de barriga caliente. La sentimos en esta modesta taberna que se encuentra frente al Mercado del Campo de Ourique, que es como una maqueta de barrio soñado, civilizado, rico en tiendecillas y tascas.
Cuando escribes un artículo de opinión política acuden los hombres a las redes, excitados por un buen anzuelo, opinando con pasión y a veces sentando cátedra, como si se movieran por un planeta del que conocen su orografía y en el que tú eres una extranjera. Cuando el asunto es cultural, ay, muchos de ellos se desvanecen y entran las mujeres en tromba para tomar nota de nuevas lecturas, para añadir otras, ficción literaria, series, cine.
Es natural que Liv Ullmann expresara su enfado al leer el libro: mi hija, vino a decir, es una escritora maravillosa, pero tiene una memoria muy selectiva. Sin querer, la actriz definió con precisión lo que es el pasado en manos de una novelista.
© Elvira Lindo 2021