Tras el silencio del confinamiento, el ruido aún duele más. Tengo la amarga sospecha de que en un futuro el silencio costará dinero. Más pronto que tarde habrá una guía de restaurantes sin música. En cuanto se venda el silencio como un lujo, igual que se empezó a considerar el tiempo, pagaremos por aquello que ahora todavía nos da vergüenza exigir.
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José Herrera Dice: lunes 8 de noviembre de 2021
Buenos días Sra. Elvira Lindo
He leído su artículo en el diario EL PAÍS «Una guía de restaurantes sin música, por favor». La verdad, es que estoy encantado de que escriba sobre el silencio, sobre la necesidad del silencio en este caso en los restaurantes. Muchas veces no oímos música en éste o en otros sitios sino ruido. Ruido que nos va estresando y no ves la hora de salir del lugar. Soy muy sensible al ruido, a la violencia que ejerce sobre el medio, las personas y la comunicación. Trabajo en arte desde los años 80 y vivo en Tenerife. Intento estar muchas horas en silencio y acompañado de naturaleza haciendo «mis cosas», integrado, percibiendo y desarrollando capacidades sensoriales que, creo, otras personas no alimentan. Lo mismo pasa con la contaminación lumínica, con nuestros cielos. Siento haberme extendido. Muchísimas gracias por éste y otros tantos artículos. Un saludo cordial, José Herrera
© Elvira Lindo 2021