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El señor de las moscas

jueves 12 de agosto de 2010  

«Aquí tenéis, otra historieta más de aquella pareja de escritores disfrutando del verano en el pueblo más aburrido del planeta…»
Elvira Lindo

En este mundo desarrollado en que vivimos hay muchas formas de enfrentarse a esos insectos tan molestos que entran en las casas en verano. Vas a la droguería y pides una de esas cosas que se enchufan o un buen fluflú. Luego uno pasa el cepillo, recoge los cadáveres y sanseacabó. Pero si una persona (yo, por ejemplo) está casada con un hombre de procedencia rural (no quiero señalar) el asunto se complica, porque en la genética de las criaturas del campo va incluida una predisposición al matamoscas (no sé si Arzallus tiene algo escrito al respecto). Incluso, y no quiero exagerar, me atrevería a decir que el dedo corazón y el índice los tienen preparados para empuñar un matamoscas o en su defecto un periódico atrasado, si el niño rural acaba forjándose una buena posición en la vida. ¿Por qué? +

El Príncipe Encantado

martes 10 de agosto de 2010  

«Qué voy a decir de este capítulo del Tinto de Verano, pues… que es uno de los que más me gustan. Tal vez porque no era absolutamente cómico sino que había algo más. Al menos, a mí me lo parece. Me acuerdo que aquel día me llamaron Enma Cohen y Fernán Gómez porque les había gustado mucho. Ay, Fernando, qué alegría haberlo conocido…»
Elvira Lindo

En la vida matrimonial ocurren fenómenos extraños. Hay mañanas en las que basta que tú digas: esta noche no he pegado ojo, para que él conteste, ni yo tampoco. En los matrimonios hay cierta competencia por ver quién ha dormido peor. Da miedo pensar en un matrimonio desvelado, en silencio, en la oscuridad, boca arriba, igual de muertos que los amantes de Teruel. Una madrugada estaba yo empleando mis horas de insomnio en pensar en las ventajas de la clonación humana (con vistas a clonarme durante el verano y dejar a mi clonada en esta felicidad campestre. Que se joda la clonada) cuando oigo una voz verdaderamente varonil que me dice: ‘Una rana acaba de tirarse a la piscina’. La voz varonil pertenecía a mi cónyuge, quién si no yace a diario en mi colchón de látex. Aun así, oír en la oscuridad una afirmación semejante me erizó el vello. Cierto es que yo, en este silencio que no es silencio (es un cachondeo de búhos y de grillos que, de verdad, no hay quien duerma), había oído un plof, pero lo último que se me ocurrió pensar fue en un batracio. ‘Esto me retrotrae’, dijo mi santo emulando a Proust, y dicho esto se durmió. +

Papuchi

lunes 9 de agosto de 2010  

«Haciendo esta serie aprendí muchas cosas, entre otras, que en España eres, fundamentalmente, lo que dices que eres. Como en estos Tintos la narradora hablaba mucho de su torpeza, su neurosis, su falta de fe en la cultura, etc., muchos se creyeron que me definía a mí misma. ¿Por qué no se entregan al humor, pensaba yo, de manera inocente?»
Elvira Lindo

Yo no sé si les pasará lo mismo a Vargas Llosa, a Eduardo Mendoza o Luis Landero pero yo, desde luego, cada vez que me hacen una entrevista, sólo digo gilipolleces. Y no sé por qué sucede eso, la verdad. La otra tarde esperaba en casa a un periodista de una revista literaria que venía a entrevistarme en mi calidad de escritora de masas y pasé la mañana preparándome unas cuantas frases impactantes para que no me pasara lo de siempre. Luego le dije a dicho periodista que me mandara la entrevista antes de publicarla porque a partir de ahora quiero cuidar mi imagen, que considero un poquito deteriorada. La entrevista ha acabado teniendo los siguientes titulares: “Mis hijos son el motor de mi vida”, “Sólo dejaría mi profesión si un hijo me necesitara”, “los hijos me han hecho menos egoísta”, “cuando vi la carita de mi hijo al nacer, lloré”, “sólo me queda plantar un árbol”. +

Frankenstein

domingo 8 de agosto de 2010  

«Pues sí, Bicoca era uno de esos personajes que caen bien porque están cargados de defectos y son completamente amorales. Fue un antecedente de Carmen Lomana, aunque en mi humilde opinión, Bicoca tenía más gracia. Los lectores adoraban a Bicoca del Fresno» Elvira Lindo

Bicoca dice que yo era más auténtica cuando era esa chavala de barrio que la seguía a todas partes como una perrilla fiel, con mis vaqueros raídos, mis camperas, mis chapas en la chupa, mi colonia del todo a Cien. Yo juro ante Dios que a mí Bicoca jamás me ha visto con chapas en la chupa. Pero últimamente le ha dado por ahí, y se lo suelta al primero que encuentra. Y encima hay cuidadanos (lectores de este periódico) que anhelan conocerla, que la tienen idealizada como a un personaje mítico. Va a una tienda y en cuanto dice, soy Bicoca del Fresno, se le abren las puertas, en los restaurantes le dan mesa, cuando la ven conmigo nos paran, le piden autógrafos. Es matemático: la gente ve a una rubia pepé de lámpara, puro pellejo, con unas gafas de Dior que le tapan hasta la boca, y unos morros saltones por las inyecciones mágicas del doctor Chan y dice: Bicoca. +

He Tenido un sueño

viernes 6 de agosto de 2010  

«Aquí tenéis la continuación del Tinto de anterior. El taller que impartía aquel año era de escritura humorística, así que todos, del rector (Berzosa) al alumnado tuvieron mucha paciencia conmigo. Yo me siento algo alejada ya de esta manera de escribir pero en mi casa me tienen prohibido ser crítica con mi pasado, así que tengo que callarme»

Yo siempre rompiendo. El primer día en la Universidad de verano les dije a mis alumnos que me gustaría que mi taller fuera un canto a la franqueza, que habláramos desde la sinceridad, que fuera una catarsis colectiva, qué caramba. Porque, vamos a ver, ¿qué es la literatura en España?, pregunté paseando mi mirada por todas las suyas. Ellos superintrigados. ¡Una farsa!, exclamé, camarillas de escritores que sólo recomiendan los libros de sus amigos, presentaciones de libros sonrojantes donde unos y otros se echan flores, críticos que machacan a los débiles y luego babean con los poderosos, pero con vosotros, queridos alumnos, con vosotros debe instaurarse la verdad. Luego dije algo así como “he tenido un sueño, he soñado que los hombres eran libres, etc, etc”. Para qué. La becaria listilla levantó la mano. +

Universidad complutense

Diez Negritos

jueves 5 de agosto de 2010  

Elvira Lindo en su casa de Nueva York
«Ahora me encuentro impartiendo un taller de cuento chejoviano en Santander, pero hace unos años tuve un taller de escritura humorística en El Escorial y escribía cosas como esta…»

Estoy creando escuela. Después de cinco años de denunciar públicamente, desde esta sección, que a mí se me ninguneaba en las universidades de verano, al fin, una universidad ha reaccionado positivamente y me ha invitado a que imparta un taller a diez muchachos/as que desde los cuatro puntos cardinales de mi España han venido a escuchar a su diosa. Cierto es  que la Universidad se ha tomado su tiempo: cinco años. Lo que yo dije en el Escorial al rector de la Complutense: en cinco años, hijo mío, me podía haber muerto. Otra pega que veo al tiempo que han tardado en invitarme es que a las universidades de verano y, no quisiera que se me malinterpretara, se va fundamentalmente a levantarte un rollete, o bien porque estás solo en la vida o bien porque, estando casado, estás atravesando un momento Lewinsky. +

Dientes, Dientes

lunes 2 de agosto de 2010  

«En esa comedia por entregas que fue el «Tinto de Verano» uno de los personajes fundamentales era Bicoca del Fresno, la amiga pija, facha y amoral de la autora. Bicoca del Fresno, rubia teñida, esquelética, habitante del cogollito del barrio de Salamanca, admiradora de Aznar, de la España eterna, pero sobre todo, defensora a ultranza de sus propios intereses. Aquí la tenéis, Bicoca, ese ser…»

La otra tarde Bicoca me llamó (con una ironía no carente de mala hostia) “la mujer talibana”. Y todo porque va y me dice que si me iba con ella al odontólogo. Y yo la dije que para semejante planazo yo no le digo a mi santo ahí te quedas cuidando el manzano. No me compensa. Y ella me dijo, te tiene dominada, y tú no le debes nada a ese individuo. Y la dije, no es eso, Bicoca, tú como eres viuda desde siempre, no lo entiendes. Y ella insistiendo, anda vente, boba. Me dijo que iba a pedir presupuesto para ver si le podían adaptar la dentadura de su madre a Cayetano, su mítico boxer, que al igual que Chiquitín se está quedando sin boca. Yo la dije (me salió del alma), ay, Bicoca, y cómo le vas a quitar los dientes a tu madre para ponérselos a un perro. Y se puso, superexaltada, dijo que parecía mentira, que yo, que iba de supermaja, hiciera esa diferenciación entre el ser humano y el animal, y me habló de esa superioridad injusta del hombre sobre el resto de los seres vivos de nuestro planeta y me habló del planeta en concreto, y cuando yo ya estaba a punto de decirle, mira, Bicoca, llama a Rosa Montero, que a lo mejor con ella te entiendes mejor, se ve que se hartó de tanto verborrea ecológica y dice, “y qué coño, si mi madre no quiere comer más que con pajita, si yo hoy por hoy veo a mi madre con dientes y no la conozco. +

A tomar por culo el albaricoque

domingo 1 de agosto de 2010  

«Este artículo no es de Tinto de Verano pero como si lo fuera. Lo escribí en la casa que teníamos entonces en la sierra madrileña. Y para que veáis lo que han cambiado las cosas, el jefe de sección me llamó a casa y me dijo: «Anda, cambia el título, por favor, que queda un poco ordinario». Lo cambié. Y no se llamó como os lo presento ahora, con este sugerente título que tantas cosas inspira. Tal y como han cambiado el lenguaje público en pocos años yo ahora lo encuentro hasta fino».

Por estas fechas mi santo se pasa el día mirando al cielo. No porque crea en Dios –cree más en Florenci Rey- sino porque tenemos tres arbolillos frutales en nuestro retiro campestre y le preocupa que una helada repentina nos fastidie el fruto. Yo entiendo su preocupación, pero oyes, hasta cierto punto. “Ni que fueras San Isidro”, le dije de camino al Auditorio Nacional para ver al mítico cuarteto Alban Berg, “no me des la tarde, que te conozco, como me vuelvas a hablar del calentamiento de la tierra, agarro el canasto de las chufas y te vas tú solo a ver al mítico cuarteto”. Dirán ustedes, qué carácter, pero es que en esto estoy con mi amiga Bicoca del Fresno cuando dice: “Es bonito preocuparse por el Planeta Tierra y sus habitantes, pero tampoco somos mártires”. +

SuperMajete

viernes 30 de julio de 2010  

«Había gente que se creía literalmente lo que yo contaba en los Tintos de Verano. Creo que por eso dejé de hacerlos, porque a mí me hubiera gustado ser más gamberra todavía, mucho más, pero… no todo el mundo sabe diferenciar entre realidad y ficción»

Modestamente, creo que mi santo y yo, como padres, podríamos ser calificados con el entrañable adjetivo de “majetes”. Somos los clásicos padres majetes, es decir, tenemos un talante abierto ante nuestros hijos e incluso si en algún momento, durante las comidas salen a colación temas actuales que rozan la sexualidad, como la injusta detención de mi admirado Nacho Vidal en México o asuntos más polémicos como quién ha de correr con los gastos de los puticlús a los que van nuestros representantes autonómicos cuando salen al extranjero (¿las propias autonomías o el Estado Central?), los abordamos con naturalidad e incluso establecemos un turno de palabra; y si una noche se ha dado el caso de llegar a casa y encontrar a uno de los niños viendo una película nuestra del género porno, “La enfermera bollera y el ginecólogo maricón”, hemos hecho un esfuerzo infrahumano por comprenderlo (si hicieras lo que te pide el cuerpo le harías que se comiera la cinta con carátula y todo) y nos hemos sentado con el chaval buscando las mejores palabras para explicarle que no se asuste por lo que ha visto, que en una relación sexual todas las posturas son admisibles, incluso aquellas que rozan lo alternativo, como el sadomaso. Y el chaval se nos ha quedado mirando en silencio de una manera que no sabíamos si nos estaba tomando por tontos o por gilipollas. +

Un hombre contra el sistema

viernes 30 de julio de 2010  

«Este es uno dedicado a mi padre, uno de mis personajes más elogiados por crítica y público»

De pronto me suena el móvil y no sé qué hacer, la verdad, porque estoy con la boca completamente abierta mientras una mujer me zarandea de un lado a otro del sillón agarrándome con unas tenazas la muela del juicio. Dice un proverbio chino que hay que ser muy sádico para dedicarse a la odontología. La odontóloga y yo nos quedamos mirándonos mientras de mi bolso sale un pasodoble: “Americanos, vienen a España gordos y sanos…”. En esos momentos cruciales, pienso: qué haría Juan Cruz si se encontrara en esta tesitura. Babeando, con la lengua bailando entre las tenazas pregunto: ¿lo cojo o no lo cojo?; aunque lo que sale de mi boca es: “¿yoyoyo o yoyoyoyo?”. La tía se levanta la mascarilla y dice: “en el dentista se apaga el móvil, es lo mínimo”. Dicho esto, le suena el suyo: “Marinero de Luces”, de Isabel Pantoja, y, de pronto, en esa aséptica sala, nuestras músicas se funden en un improvisado homenaje a Andalucía, esa comunidad histórica. La dentista, súbitamente comprensiva, dice: lo cogemos, pero sólo cinco minutitos, que se pasa la anestesia. Me llama papá. +

© Elvira Lindo 2021