El vientre viscoso y frío de un sapo
Esta campaña nos ha dado numerosas muestras de cuánto molesta la irrupción de las mujeres en la vida pública, ojo, cuando están en el bando contrario. Infantilizaciones en el tratamiento utilizado, risas jocosas compartidas entre varones, alusiones a la indumentaria mezclando sin pudor misoginia y clasismo. Toda la moderación de la que se hace alarde, todo esa jactancia de estudios, mundanidad y clase de quienes se consideran miembros de una élite, quedan sepultados por la chulería. Los insultos, las bromitas baratas, la crueldad, el mofarse de la coquetería como antes fue de la fealdad de las feministas; toda esa bilis que sin duda existe pero que parecía reducirse al ámbito de lo privado, ha salido a la luz en determinadas bocas, como prueba de que el respeto es algo fingido, una falsificación.
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