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Recuerdillos

jueves 2 de septiembre de 2010  

«Hoy quiero compartir con vosotros un texto muy especial. Lo ha escrito mi queridísima Verónica López. Verónica entró a trabajar en el programa que yo dirigía en Radio 3, «El Gallo que no cesa». Era su primer trabajo, tenía 21 años. Yo tenía 28. La novela que he escrito se sitúa en aquellos años. Le pedí a Verónica que intentara evocar algunos de sus recuerdos y me ha mandado estas palabras tan emocionantes. Verónica, no sabes la alegría que me da haberte recuperado en mi vida. Lo que más recuerdo yo de ti es lo bonito que era tener tu sonrisa al otro lado del cristal»
Elvira Lindo

De Miguel…

Empezaré `por el peque, que entonces tenía cuatro años, y del que hablabas a menudo, pero tranquila…, nunca resultabas una madre pesada. Siempre hablabas de él con mucho amor y con una sonrisa. Nos contabas anécdotas como cuando iba alguien a casa y pasabais la primera media hora enseñando a las visitas la mesa nueva que subía y bajaba. Hasta que tenías que decirle, Miguel hijo…, que parecemos unos paletos…

Una vez le llamamos por teléfono para grabarlo e incluirlo en el programa. A tí se te caía la baba, pero la verdad es que el enano era de lo más espabilado y la baba se nos caía un poquito a todos. Te preguntaba él si habías comido y tú le contabas como eran los bocatas de la máquina de Prado del Rey: “son fantásticos, te comes uno y es como si no te hubieras comido nada”, le decías.

Otra vez, ya te conté, le llevaste a la Radio. Estábamos grabando un programa en el control de apoyo creo que para emitir enlatado el 15 de agosto. Él miraba todo con curiosidad y era el centro de atención de todos nosotros. Recuerdo especialmente como se ponía de puntillas para ver que había por allí arriba y alcanzaba con su manita los discos de vinilo que estaban en el punto preparados para soltar, y los descolocaba claro. Era lo que más le llamaba la atención y como nos hacía gracia lo repetía una y otra vez.

Sólo en una ocasión recuerdo que nos contabas con tristeza que Miguel se iba a la habitación, se ponía a llorar y preguntaba porqué no estaba su padre.

Me imagino la satisfacción que seguro te supone que la portada de este libro tan especial sea de Miguel.

De El Gallo…

El programa era fantástico. Es de estas cosas que se valoran más con el tiempo. Tal vez entonces no me daba tanta cuenta, simplemente me gustaba. Estaba demasiado centrada en intentar hacer mi trabajo lo mejor posible, y aún así no veas como lo disfrutaba. Ya te decía.., yo pensaba…, pero ¿esto es trabajar? Lo pasábamos tan bien…

Hablo del programa con mucho cariño por los bonitos recuerdos que conservo, pero “objetivamente”… es que El Gallo era muy bueno, a que si?. Aunque yo sólo lo viviera en el estudio sé que tenía mucho trabajo detrás.

Recuerdo como muchos días te quedabas para ir por la tarde a hacer alguna entrevista.

Cómo nos reíamos con las historias de Manolito… Recuerdo a José Luis Cabañas serio a mi lado intentando que la cosa no se desmadrara en los momentos álgidos en que el abuelo y la Susi bragas sucias hacían de las suyas. Las entrevistas, tus ingeniosos colchones que intercalábamos, las cuñas que también tenían su aquel (“arradio, amoto, estijeras…” No recuerdo exactamente que más decía aquella cuña, era una clase de “gramática parda” y tu eras la profe, ¿no?).

Tengo recuerdos maravillosos de todas las personas del equipo. Paco Cortés y Carlos García, eran geniales. Fidel Nogal era para mí un pozo de sabiduría musicalmente hablando. También Cabañas, que siempre encontraba la música adecuada para cada momento. No sé si lo recuerdas, pero sonaba a menudo de fondo un tema de Celtas Cortos, Salida de Emergencia, que tengo en CD y me da muy buen rollo. Si algún día me levanto un poco plof, me lo pongo y oye…, mano de santo. Esta sintonía, el tema de Pixies “Here comes your man” que ya te comenté, y una canción de Elvis Costello que lleva mi nombre y me dedicaste un día, son “mis músicas del gallo”.

Manuela también era muy graciosa. Recuerdo que bromeábamos especulando sobre algún presunto novio. Yolanda Pascual estaba encantada de la oportunidad de trabajar con vosotros (como yo). Se lo tomaba con mucho interés y agradecía mucho tus consejos que le hicieron ponerse en manos de un logopeda para corregir algún pequeño problemilla de cara al micrófono. En realidad, todo un equipazo trabajando con mucha ilusión y alegría a pesar de los madrugones.

Luego estaban los compañeros de Deportes (Isabel Moreno, Gloria Córdoba o Miguel Ángel de Rus) que remataban el programa. He de decir que a la información deportiva no le prestaba demasiada atención, sólo recuerdo estar pendiente de la música que les poníamos de fondo y que incluso nos permitíamos el lujo de hacer experimentos y poner los discos a 78 r.p.m en vez de 33 o 45, para hacer la cosa más dinámica. Años después coincidí con Miguel Ángel de Rus en la boda de una amiga mía. Él iba por parte del novio. Casualidades de la vida…

Un día vivimos un momento tenso… Estaba prevista la entrevista telefónica a Albert Boadella a las ocho de la mañana. Después de una brillante presentación y de tus mágicas palabras: “Albert Boadella, buenos días”, no respondió nadie al otro lado. Manuela intentó contactar de nuevo pero comunicaba (era cuando los teléfonos comunicaban…, qué tiempos!). Al rato consiguió hablar con el supuesto Albert Boadella, que efectivamente se llamaba así y era arquitecto, pero no era el que estábamos esperando, y al oir tu presentación había preferido colgar en vez de decir nada en antena. Tú desde dentro esperabas que alguien te comentara qué estaba pasando y cuando lo supimos y te lo comunicamos mientras sonaba un disco tuviste una reacción que no he olvidado nunca. No perdiste los nervios, no hubo malas maneras, en fin… nada de lo que hubiera podido considerarse incluso normal. Un simple gesto hacia Manuela y una lección de comportamiento, al menos para mí. Chapó!

Los desayunos de después eran estupendos. Servían para comentar lo sucedido en el programa y cualquier otra cosa. No sé si recuerdas que había una chica en la Caja que se caracterizaba además de por su sonrisa por sus pendientes grandes, alegres y de colores llamativos, y que cambiaba a diario. Lo menciono porque te llamaba la atención y siempre al llegar le decías algún comentario agradable sobre sus pendientes.

Un día pasamos todo el desayuno escuchando el razonamiento de Fidel sobre la calidad de los zapatos. Sostenía que unos zapatos que costaran menos de no se si eran 30.000 pesetas de las de entonces (lo mismo me he pasado, eh?), eran una mierda. Recuerdo como le escuchábamos con atención sin contradecirle y al salir de la cafetería según bajábamos las escaleras me decías al oído: “estas bambas me han costado 1.500”, y yo te confesaba: “las mias tres cuartos de lo mismo…”.

El primer día o de los primeros que trabajé con vosotros, recuerdo que preguntaste desde dentro del locutorio cual era mi apellido, porque siempre te gustaba nombrar a todos los del equipo del primero al último. Cuando te lo dije me preguntaste: “¿ese apellido es alemán?”. A lo que yo toda seria te contesté que no sin percatarme de la broma. Ay…, lo que son los nervios…, que risa.

También recuerdo algún día después de comer allí (no sé si sería cuando el programa cambió de hora y empezó a emitirse a las 12), volvíamos en la ruta hasta Plaza de España y tomábamos café por la Gran Vía. Recuerdo haber estado en Chicote, que no lo conocía todo hay que decirlo (cuantas cosas me enseñasteis…) y en el hotel Suizo.

Como te comenté en otro “mensajillo” también salimos a cenar algunas noches y a algún concierto. Un día acabamos en el hotel Colón con intención de jugar un billar pero no pudimos hacerlo, creo que porque era demasiado tarde.

De Elvira…

Y de ti, que te voy a contar Elvira. Dejaste un magnífico recuerdo en mí que aunque te parezca mentira me ha acompañado todos estos años. Ten en cuenta que para mí fue el primer trabajo, y que en ese tiempo cumplí mis 21 años. Todo esto que te cuento y que es normal que para ti haya pasado totalmente desapercibido, fue para mí tan importante…

El ambiente tan maravilloso que yo percibía no era fruto de la casualidad. Tú creabas ese ambiente, tu carácter lo hacía posible. Tu capacidad para dirigir el programa era espectacular.

Ahora lo veo más que entonces, pues estoy segura de que ni tu juventud ni el hecho de que fueras mujer, jugaron a tu favor. Y a todo esto había que sumar tu responsabilidad con un hijo pequeño y tu situación personal que jamás influía en temas de trabajo. En fin…, que hay que quitarse el sombrero.

Y es verdad Elvira, irradias energía positiva y muy buen rollo.

Cuentas con toda mi admiración desde entonces tanto en lo profesional como en lo personal.

Te dije que guardaba en mi corazón la carta que enviaste al entonces director de Radio 3 pidiendo continuidad para mi contrato. No sólo en mi corazón, guardo esa carta como un tesoro. La he escaneado para enviártela. La posdata me encanta. Me ayuda a recordar… por si algún día se me olvidara sonreir.

Si hay algo por lo que me ha alegrado tanto poder volver a contactar contigo es precisamente para darte las GRACIAS.

Ah!, y por supuesto me quedo con una frase tuya que dijiste (a lo mejor no la dijiste y sólo la pensaste, pero yo la he almacenado en mi “disco duro” como si la dijeras que tiene más gracia) a un jerifante de Radio Nacional en el ascensor: “Qué pasa…, es que tengo los ojos a la altura de las tetas?”.

He continuado trabajando en medios de comunicación y aunque he tenido oportunidad de conocer gente estupenda, también me he topado con personas arrogantes, prepotentes y con tendencia a la estupidez, características que lamentablemente abundan en la profesión. Ese primer recuerdo inconsciente de mi vida laboral, el que me dejasteis vosotros, me ha servido para evitar en todo momento la tentación de generalizar, que por otro lado es algo que nunca me ha gustado hacer.

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6 respuestas a: Recuerdillos

elvira Dice: jueves 2 de septiembre de 2010

Gracias a vosotros. Gracias Jose Manuel, gracias Iñigo.

Diego A, Ramírez Peña Dice: jueves 2 de septiembre de 2010

Es bonito saber, cuando uno voltea a ver el camino andado, que hemos dejado huella en alguien, en algunos “alguienes”, que nos sonríen y nos hacen tomar un nuevo aliento para seguir por la ruta que la vida nos traza.

Es bonito, y es una soberana muestra de amor a uno mismo, mostrarlo sin dejo de un absurdo “que maravillos@ soy”, es constatar que somos humanos, que vamos al baño y que respiramos.

Es bonito leer lo antes leído y saber que somos parte de la gente que te aprecia, que te valora, que crecemos contigo y que nos haces mejores mientras te leemos.

Es bonito…

Todo lo mejor para ti.

marietta Dice: jueves 2 de septiembre de 2010

Buff! que emotivo todo lo de tu libro e:
el punto de partida, que sea tú hijo el ilustrador de la carátula, que gentes que compartieron ese tiempo contigo compartan en este momento esos recuerdos tan bonitos…No me cabe duda de que el libro será éxito de crítica y público,pero el fruto más importante, ya lo está dando antes del pistoletazo de salida.
Un bso y mucha mierda!

Seguidora Dice: miércoles 8 de septiembre de 2010

Hola, he leído en la web de RNE que Elvira va a colaborar con el programa de Toni Garrido «Asuntos Propios» y me gustaría saber qué día será la colaboración. Gracias.

teresa gago Dice: domingo 19 de septiembre de 2010

Elvira Lindo: Me he reido con algunos de tus libros (ya sabes cuales) y me he emocionado con otros. Pero el último es el mejor de todos. Es precioso. Valiente, sincero…….y muy bién escrito. Felicidades.
Si vienes a Palma de Mallorca me encantaria que me lo firmaras

Si Lees Se Nota - Querida fotografía Dice: martes 1 de octubre de 2013

[…] dar ganas de ir por tus fotos viejas, desempolvarlas y ver si encuentras algo que te traiga un recuerdillo especial. Uno de esos que no cambias por nadita en el mundo. Que no te gane la nostalgia, al […]

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