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La vida de estrella importa

domingo 21 de septiembre de 2008  

¿Qué hay detrás de una actriz de talla internacional? ¿Cómo vive fuera de la pantalla? La escritora Elvira Lindo viajó a Londres en busca de la persona que se esconde tras un rostro de éxito. Éste es el relato de un encuentro que tuvo de todo. Incluso, tensión. Y un álbum de cómo Penélope Cruz ha crecido en las páginas de ‘EL PAÍS SEMANAL’.

Soy esa mujer que, arrastrando una de esas pequeñas maletas que no se facturan, entra en el hotel Cumberland y se queda un momento parada y confusa. Tiene ante sí uno de los lobbies más grandes que haya visto, con varias esculturas realistas y no desdeñables de un ejecutivo en diversas posturas, flotando horizontalmente, andando con su cartera en la mano, como si fuera cualquiera de nosotros, de los que hemos venido aquí, a este hotel funcional, con un propósito de trabajo. Por mucho que se viaje, la llegada a un hotel gusta y asusta en igual medida, y eso me pasa a mí con este lobby, que parece más un museo de arte contemporáneo por sus dimensiones que un hotelito inglés de aquellos que regentaban esas ancianas agathachristies de amabilidad inquietante. Ahora me explico por qué hay tantos viajeros andando de un lado a otro del recibidor arrastrando, como yo, la maleta: la recepción está en una esquina; la conserjería, en otra; la sala de Internet o la cafetería, más allá, y todo tan absurdamente lejos que acabas impaciente y agotada, cruzándote con clientes a los que mandan de un mostrador a otro, haciéndonos probar en nuestras carnes la posmodernidad decorativa. Pero no importa, no me importa; a esa mujer de la maleta que soy yo, nada la desalienta, nada, porque ha venido a conocer a esa chica de Alcobendas que a sus 34 años ha experimentado uno de esos viajes que dan para una historia de ficción o un libro de memorias: el que va de las peliculitas caseras que hacía su padre con una Betacam a las películas que acaparan una atención universal y graban el rostro de la joven en millones de mentes de todo el mundo. +

 

El pequeño Proust

viernes 19 de septiembre de 2008  

Tuve un déjà vu. No fue un déjà vu en falso, de esos que parecen estar provocados por una falta fugacísima de conexión cerebral, no, no, este fue un déjà vu en toda regla, un déjà vu como un templo, como los siete tomos de ese señor caprichoso, Proust, que no paró de rumiar el que su madre no le hubiera dado un beso de buenas noches y escribió tres mil páginas para vengarse. Yo había estado allí, en la Plaza de Campillo del Mundo Nuevo, donde nace el Rastro, quince años antes, pero no me acordaba. +

 

El cuento de la niña calabaza

miércoles 17 de septiembre de 2008  

“A usted le gustan mucho los niños”, me dijo una periodista, y no era una pregunta (que sería lo suyo), sino una afirmación, como si para esa mujer yo fuera un libro abierto. Y eso nunca. Pues no, le dije yo, a mí los niños, en plural, no me gustan nada, siempre me horrorizaron esas tardes de cumpleaños a las que algunos padres se entregan como animadores culturales vistiéndose de payasetes y avergonzando a sus propios hijos. A mí me gustan los niños de uno en uno. +

Bola de dragón

lunes 15 de septiembre de 2008  

Tuve un déjà vu. No fue un déjà vu en falso, de esos que parecen estar provocados por una falta fugacísima de conexión cerebral, no, no, este fue un déjà vu en toda regla, un déjà vu como un templo, como los siete tomos de ese señor caprichoso, Proust, que no paró de rumiar el que su madre no le hubiera dado un beso de buenas noches y escribió tres mil páginas para vengarse. Yo había estado allí, en la Plaza del Mundo Nuevo, de donde nace el Rastro, quince años antes, pero no me acordaba. +

 

Antes de Chueca

sábado 13 de septiembre de 2008  

En 1993 Chueca no era Chueca. Aún no se había convertido en Gaytown y más que esos baretos cool con significativos nombres como El Armario, que hay ahora, abundaban los bares de la esquina, esos en los que hombres de mirada torva se mantenían pegados a la barra como sujetos por un velcro. Pero Chueca ya apuntaba maneras. Justo en la esquina de la plaza había un puesto de periódicos que atendía Sandra, un transexual que por las noches cantaba coplas al estilo de Rocío Jurado. +

 

La traducción de Manolito Gafotas (Hungría)

jueves 11 de septiembre de 2008  

ZsuZsanna Ruppl, Traductora y editora de Manolito en Hungría

«Para mí traducir Manolito Gafotas ha sido una oportunidad para presentar nuevos amigos al público húngaro que transmiten mucho humor, temperamento y una visión optimista de la vida.»

En esencia, Elvira Lindo

martes 9 de septiembre de 2008  

Artículo de Adolfo García Ortega

“A la Tristeza
le di los buenos días,
y creí que la dejaba muy atrás.”

[JOHN KEATS]

+

 

De Chamberí a Vallecas

miércoles 3 de septiembre de 2008  

Elvira Lindo, una cuestión de estilo

sábado 9 de agosto de 2008  

Artículo de Antonio Muñoz Molina

En un hotel de Mallorca vive en familia la fase más descansada del raro oficio de la literatura, ese tiempo que transcurre entre el final de un libro y su aparición pública, entre la soledad de inventar y el tumulto siempre un poco angustioso de presentaciones. +

Corazón Abierto

viernes 8 de agosto de 2008  

A la niña que sonríe a la cámara le quedan pocos meses para dejar de serlo. Conozco su futuro de tal forma que me acongoja no poder evitar lo que se le vendrá encima. Sonríe al fotógrafo profesional que ha ido a casa para sacar unas fotos de familia a las que añadirá en un montaje precario la imagen yeyé de la Virgen María, San José y el Niño para felicitar las Pascuas. +

© Elvira Lindo 2021