Lo que deberíamos exigir es que nos explicaran cuáles son los planes para preparar las ciudades ante unas temperaturas que harán sofocante el día a día, cómo se va a mejorar la vida de los vulnerables, de qué manera se aprovechará el impulso de las energías renovables, si hay un proyecto real para aliviar de coches las calles potenciando el servicio público, cómo se abordará el acortamiento de las listas de espera en sanidad; con qué alicientes se animará a poblar o a no abandonar la España rural o si el plan consiste, como siempre, en llorar su decadencia de brazos cruzados; deberíamos saber si alguien es consciente de la agresividad de fenómenos meteorológicos que desbordan ríos o inundan poblaciones costeras, cuál es el modelo de negocio que se prevé para cada lugar o si vamos a seguir condenados por falta de imaginación a ser albergadores de turistas para cuya comodidad expulsamos a los vecinos que favorecen la larga vida del comercio local. Es increíble que no haya un frente común ante la escasez de agua. Son tantos los desafíos que envolver las carencias en el manto del orgullo local resuena a estrategia de los noventa, cuando la riqueza inmobiliaria cercenó el futuro de tantas poblaciones en España, país en el que la insidia política tiende a distraernos de lo urgente y enfangarnos en debates tramposos. EL ARTÍCULO SIGUE AQUÍ ->>
Hacer la vista gorda a la corrupción es una costumbre nacional tan arraigada que quien denuncia se convierte en el aguafiestas. ¿Cómo no se le iba a permitir a quien nos había regalado el progreso y las libertades que demandara su recompensa? Más aún, que llevara una doble vida y los servicios de inteligencia se esforzaran en favorecer, a veces velando por los niditos de amor, otras, amenazando a las mujeres que se volvían molestas. Estos oídos nuestros han escuchado a expertos monárquicos asegurar que el único pecado del rey era haberse enamorado de una mujer, Corinna, que no respondía a los estándares de discreción que debe tener la amante de un monarca.
Carme Elias sigue todavía siendo ella misma, distinguida y distinguible, aunque cada mañana al despertar se enfrenta a que Al, así llama al codicioso amigo, haya engullido un poco más de su conciencia. Pero esta mujer valiente todavía conserva la suficiente entereza cómo para exigir para ella una muerte digna, no sin antes dejarnos el testimonio del comienzo de su deterioro que nos es muy útil para guiarnos en la difícil tarea de tratar a quien está perdiendo su capacidad de pensar.
En realidad, no se entiende por qué los negacionistas del cambio climático se esfuerzan tanto en discutir la evidencia porque si hay algo casi imposible de reconducir es el sistema de explotación de recursos naturales que hará imposible la vida del ser humano en el planeta tal y como hoy la entendemos. Por momentos, nos parece que el abominable Donald Trump y sus secuaces, esos republicanos que afirman que más muertos trae el frío que el calor, serán los encargados de la destrucción de planeta, pero un buen día nos levantamos con la noticia de que el bueno de Joe Biden, el defensor de las instituciones democráticas ha dado vía libre a las perforaciones petroleras y de gas en Alaska, un terreno equivalente al Estado de Indiana. EL ARTÍCULO SIGUE AQUÍ ->>
La escena resulta paradójica: una bella mujer madura relata cómo le condicionó el hecho de que su trabajo no fuera juzgado en los mismos términos artísticos que el de sus colegas hombres, dado que se ponía el acento en lo físico, y a esto el periodista le contesta con una observación borde sobre su cuerpo, es decir, como si no estuviera entendiendo el mensaje de su interlocutora. Y qué desperdicio cuando alguien tiene delante a una persona experimentada y en vez de escuchar, juzga. Luz Casal fue una diosa en el escenario y lo sigue siendo. No le hizo falta tener el culo de Kardashian, era tan rabiosamente atractiva que todas las chicas queríamos parecernos a ella. EL ARTÍCULO SIGUE AQUÍ ->>
Lo terrible de la iniciativa del gobierno andaluz es que de sobra sabe que fomenta el choque entre agricultores y gobierno central. Su tierra le trae al pairo. Se prefiere hacer patria blandiendo la espada contra humoristas que hacen chanza de la Virgen del Rocío. A esa Virgen a la que elevarán plegarias para que el cielo salve lo que han destruido. EL ARTÍCULO SIGUE AQUÍ ->>
Es triste que la palabra nostalgia, que no ha de tener siempre un sentido negativo, haya sido colonizada una vez más por su inevitable connotación política. Hay nostálgicos de una presunta libertad de expresión que se gozaba en los ochenta, en los noventa, cuando se practicaba sin contestación ni temor la burla a maricones, mujeres maltratadas, sidosos, personas de otros colores, de otros acentos, a gitanos, a mujeres no agraciadas o simplemente idiotas. Siempre la burla al que no encajaba o a sectores despreciados. EL ARTÍCULO SIGUE AQUÍ ->>
El relato de lo sucedido en Lardero ahí queda, vertido en el juicio que ha condenado al asesino. No puede haber justicia sin descripción de los hechos. Ahora esos padres vuelven a su vida, que ya no será la de siempre. No puede hacerse más, tan solo pronunciar esas viejas palabras que no por repetidas carecen de hondura: os acompañamos en el sentimiento. EL ARTÍCULO SIGUE AQUÍ ->>
Hablé de mi nacimiento, de mis padres jóvenes paseándonos por la bahía, de los cantes de ida y vuelta, de mi amor por el habla de la calle, del amor por la charla inesperada y la contemplación que se vive en esa ciudad. Recité una Guajira de Pepe el de la Matrona. Hablé de la poesía que se pilla al vuelo y da carácter a la tacita de plata. Orgullo de ser hija predilecta.
El ciudadano Tamames está mayor porque lo es, pero lo que yo escuché de su boca está al alcance de los oídos de cualquiera no solo dicho por Vox sino por la derecha, por los jóvenes del punk reaccionario, por los resentidos, por ese dedo con el que Mañueco, en un gesto asqueroso para un tipo que ostenta un cargo público, mostró su desprecio a la palabra de una adversaria. Tamames fue esta semana portavoz de todos los lugares comunes de la gran falacia que anda en boca del hombre despechado, de aquel que cree haber tenido a la mujer donde tenía que estar, en un altar, y ahora se le ha escapado de la hornacina. EL ARTÍCULO SIGUE AQUÍ >>