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Primer Polvo

miércoles 9 de septiembre de 2015  

  Imagina que te echas un novio. Un novio de treinta y siete. Talludito. Imagina que te invita a su casa, que entras en su cocina y que te encuentras ante unos muebles como los de su abuela. Efectivamente, son los de su abuela. Entonces piensas que las cocinas de las abuelas, con esos mueblazos de madera y esas puertas de cristales tallados tienen su encanto, siempre que sigan siendo de una abuela. EL ARTÍCULO SIGUE AQUÍ –>> 

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