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Para qué sirve un beso

lunes 30 de mayo de 2011  

Cuánto me gusta reírme y qué poca gracia les encuentro a veces a los humoristas. Lo que en la vida diaria se da de manera tan frecuente y ligera, reírse de un malentendido o de un juego verbal, resulta muy forzado cuando se condensa en un monólogo. Para que un monólogo sea brillante no es que haya que ser gracioso, es que hay que ser un genio. Hubo dos genios del monólogo, Woody Allen y Jerry Seinfeld, que pasaron años probando sus historias en pubs; los dos eran herederos de la tradición de teatro humorístico judío que a principios de siglo brilló en humildes teatros de la Segunda Avenida neoyorquina. Hoy hay un genio en la televisión americana, se llama Bill Maher y es el tío más corrosivo que he escuchado nunca. Cuando quieres escuchar algo subversivo, algo que crees que a nadie se le podría pasar por la cabeza, y menos aún se atrevería a decirlo, ahí está Maher, que, sin perder la sonrisa ni amedrentarse ante ningún tema, le da un repaso a los fanáticos religiosos que anuncian el fin del mundo, a Trump o a Schwarzenegger.

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Indignados

miércoles 25 de mayo de 2011  

¡Como que no iban a faltar los que en tono burlesco se refieren ahora a la protesta en las plazas de España! El Partido Popular hizo su lectura del asunto: son jóvenes que van a castigar al Partido Socialista. Es una manera torcida de interpretarlo; dentro de esa multitud de indignados estaba gente como yo, que no estuvo físicamente en una plaza, pero comparte en esencia esa indignación. En mi caso, y en el de algunos otros, sin aspirar a la revolución y conformándonos con algo más modesto: una democracia insulsa en la que no se permita el aprovechamiento del poder público, en la que no se ahogue a la sociedad civil a fuerza de convertir un país en el huerto de uno u otro partido; una democracia en la que se respire decencia. Decencia, esa es la palabra que resumía el sentir popular, y justicia, para que la crisis no recaiga sobre los hombros de los desfavorecidos.

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El Enigma de la Bondad

lunes 23 de mayo de 2011  

Escribir es bueno. Habría que ver cómo estaríamos algunos de la cabeza si no escribiéramos. Cuántas neurosis se desatarían, cuánta actividad mental iría destinada tan solo a manías compulsivas. Escribir es bueno. Aún recuerdo aquellos días en que, aconsejado por ese sabio que fue el doctor Lozano, mi suegro Paco, que andaba con la memoria un poco perdida, fue recuperando fuelle mental escribiendo un diario del que secretamente yo le iba robando páginas. Cuando murió, saqué las páginas de un cajón y se las di a su hijo, que las recibió asombrado, emocionado: «¿De dónde sale esto?». Yo sabía que el espíritu del hombre que no había escrito nunca, hasta aquel terapéutico diario, aparecería nítido entre las esforzadas frases que narraban un día cualquiera: he comido habichuelas, he bajado al perro, he ido dos veces a la plaza (mercado), no he visto casi la televisión. No hay demasiadas opiniones sobre la vida, solo hechos concretos, que nosotros sabemos interpretar con el recuerdo de su temperamento activo y obediente con las autoridades médicas. No ver demasiado la tele era el primer mandamiento del sabio Lozano. Escribir es bueno. Es bueno, fácil y barato, aumenta la capacidad de concentración y pone en marcha una actividad neuronal a las que mis amigos científicos sabrían ponerle nombre. Las neuronas hacen gimnasia con la escritura.

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En campaña

miércoles 18 de mayo de 2011  

Aún sin entender muy bien el eslogan que clama por una «Democracia real», comprendo en gran medida el anhelo y la legítima rabia que ha empujado a 20.000 personas a la calle, en su mayoría jóvenes, que se encuentran con que ese buen futuro que les esperaba se ha tornado incierto. Si digo que no acabo de entender la frase de pancarta que preside este recién iniciado movimiento es porque, siendo a mi entender la democracia el mejor de los sistemas posibles, no es en absoluto perfecto; se podría decir, eso sí, que es el sistema que contiene las culpas más repartidas, y que ha de estar continuamente saneando infecciones que aparecen aquí o allá, del más pequeño pueblo a alguna de las grandes ciudades. En esta campaña se hablará poco de infecciones. ¿Por qué? Porque todos los partidos, en mayor o menos porcentaje, las han padecido.

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No Te Hagas Vieja

domingo 15 de mayo de 2011  

Nuestras abuelas, aquellas que nacieron a finales del XIX o principios del XX, parecían viejas casi inmediatamente después del primer parto. Generalizo, claro, pero ya lo he dicho otras veces: si no generalizo no escribo. Era dramático ese cambio físico que nuestras abuelas experimentaban (sigo generalizando). En esa foto que le hicieron a nuestra abuela cuando «se puso de novia» con el que luego sería su marido resulta tan joven que casi parece una niña a la que han disfrazado de adulta. Tiene la cara de susto que se les ponía (en general) a los retratados. Nadie estaba acostumbrado a mirar a la cámara con la ligereza con que ahora certificamos cada paso que damos en la vida.

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La Madre

miércoles 11 de mayo de 2011  

Las diferencias culturales a veces están tan a la vista que no somos capaces de reparar en ellas. Hace dos domingos, el colorín de The New York Times traía en portada la foto de una joven arrodillada en la hierba, que tomaba por la cintura a un niño negro de unos tres añitos vestido de pirata: parche en el ojo, pendiente de aro, calavera en el sombrero y el bigote de los malhechores. La joven podría haber pasado por una adolescente, pero no, era Ann Dunham, la madre de aquel niño, Barry, Barack Obama.

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El Artista y Los Otros

domingo 8 de mayo de 2011  

«Soy un artista». Así, sin que le temblara la voz, se nos definió el cocinero al presentarnos sus platos. Con esas palabras que tanto peligro tienen. Era como mi querido Joaquín Reyes haciendo de Galliano. Mis compañeros de mesa, gente brillante, humilde y de buen corazón, no hicieron ningún comentario sobre semejante sentencia, pero de manera inconsciente, mientras nos íbamos comiendo de un solo bocado los platos sobreexplicados por el maître, cada uno de nosotros sentía, casi sin llegar a dar forma a ese pensamiento, que no hay nada que despierte más la vergüenza ajena que la sobrevaloración de uno mismo. Hay individuos a los que no les basta con ser buenos cocineros, incluso cocineros cojonudos, no, ellos tienen que alcanzar la categoría de artistas, y es ahí donde se despeñan muchos, porque el grande de verdad prefiere ser nombrado por el nombre sencillo y sagrado de su oficio: sastre, modista, cocinero.

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El Plural

miércoles 4 de mayo de 2011  

Un ciudadano escucha en las noticias que un cuerpo especializado del Ejército americano ha acabado con la vida del terrorista más buscado del mundo y se siente impelido a salir a la calle, a Times Square, a la Casa Blanca o a la Zona Cero y convierte esa noticia en un espectáculo. Ese individuo usa el plural al dirigirse a una cámara y decir, «lo hemos vencido, al fin hemos acabado con él, ese día tenía que llegar, lo hemos derrotado». Es ese plural el que ofende a las personas serenas, que no entienden la muerte, sea de quien sea, como celebración

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Sant Jordi 2011

lunes 2 de mayo de 2011  

Este es el vídeo que hizo Xavi, el Chavo, de mi visita a Barcelona en Sant Jordi. Es tan bonito que son pocas las palabras que puedo decir. Chavo, muchas gracias. De todo lo que haces se desprende el amor por tu trabajo. Te quiero, e.

Calumnia que algo queda

domingo 1 de mayo de 2011  

Ya está. Lo consiguieron: el presidente de Estados Unidos, un negro que tiene Hussein como segundo nombre, ha mostrado su partida de nacimiento, y ese ser llamado Donald Trump, el último en apuntarse a las sospechas sobre el «verdadero» origen de Obama, se ha tomado este gesto como una victoria. Lo es: lo que viene a demostrar esa partida de nacimiento enviada a todos los medios de comunicación acreditados en la Casa Blanca es que siempre hay público para la estupidez. La prensa lo sabe y lo explota. Mi impresión es que cuando Barack Obama, en el encuentro con los medios esta semana, dijo aquello de «no quiero terminar sin decirles algo», no estaba utilizando a los periodistas para que sacaran de dudas al millonario Trump sobre su lugar de nacimiento; no, Obama estaba dirigiéndose a aquellos a los que se les supone oficio para seleccionar la información, para acreditar su veracidad y no dar pábulo a rumores sin fundamento.

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© Elvira Lindo 2021