Facebook Twitter Youtube Instagram
 

Elvira Lindo en Nueva York (La Risa de Bilbao)

jueves 15 de diciembre de 2011  

 

La Limosnilla

miércoles 14 de diciembre de 2011  

Cayetano de Alba le dijo a Jordi Évole que no había visto Los santos inocentes. Lo dijo de una manera que parecía que la había visto, pero no quería hablar de un argumento que le incomodaba. Hablaban de la película. No parece que Cayetano hubiera leído la historia que Delibes concibió sobre señoritos y humillados. Hay literatos que desprecian el realismo, pero qué sería de nosotros si el hombre observador y discreto que fue don Miguel no nos hubiera contado que la esclavitud en el campo castellano llegó hasta los setenta.

EL ARTICULO SIGUE AQUI >>

 

Cuando la Vida se Vuelve Literatura

martes 13 de diciembre de 2011  

>> Click aquí << para leer el artículo en mayor resolución

 

ADN: «En Los Libros Buscamos una Voz»

lunes 12 de diciembre de 2011  

Elvira Lindo en Nueva York

Se mueve por la Gran Manzana desde 2004. Durante todos estos años, la escritora y periodista Elvira Lindo (Cádiz, 1962) ha ido conociendo cada rincón de la ciudad, desde los más populares a los más íntimos. Ahora, en Lugares que no quiero compartir con nadie (Seix Barral), los desvela todos.

Nueva York parece una ciudad perfecta para un escritor

En general las urbes son el gran material de la literatura moderna. Aún así uno tiende a hacer más pequeña la ciudad en la que vive, hacer una pequeña ciudad dentro de la ciudad. Hablar de Nueva York es también hablar de Madrid.

Ahora Madrid debe parecerle pequeña…

Es una ciudad muy casera, es parte de su encanto. También le pasa a Nueva York, donde la gente se apiña en los barrios. Son dos ciudades con mucha vida.

¿Les encuentra similitudes?

Sí. Tienen mucho parecido en su vitalidad. Hay un triángulo que lo forman esas dos ciudades y Buenos Aires. Urbes muy abiertas y anárquicas.

Antes de vivir allí viajó para describir el viaje de García Lorca. ¿Encontró Nueva York buscando al poeta?

Todo sirve. También lo hicieron otros escritores o películas que ayudan a dar una idea de la ciudad. El hecho de viajar hasta allí con un objetivo te hace mirar con otros ojos. Estás más atento de lo que sucede a tu alrededor.

¿Qué queda de la ciudad que describió el autor en ‘Poeta en Nueva York’?

La esencia de la obra de Lorca sigue allí. Tiene una mirada abrumada por la gran urbe, esa que a veces se come a las personas. Pero estoy segura de que también tuvo una mirada alegre de la ciudad. Las cartas que escribió después así lo demuestran.

¿Se sintió así cuando comenzó a vivir en la ciudad?

Ya la conocía como turista. Me aturdí cuando me enfrenté a los problemas cotidianos, esos que no conoces cuando vas a un hotel.

¿ ‘Lugares que no quiero compartir con nadie’ era un objetivo o sintió la necesidad de escribir sobre la ciudad?

Llevaba tiempo pensando escribir sobre Nueva York. Quería escribir algo que sonara como suenan los pasos en la calle. Una obra íntima y tranquila. Mirar la vida y contar cómo te enfrentas al mundo.

¿Es Nueva York el protagonista del libro?

Es el paisaje. En los libros buscamos una voz.

Dice que tiene cierta ventaja por ser a la vez neoyorquina y extranjera.

Allí se vive una contradicción: La cultura es familiar y la forma de pensar es diferente. Eso te lleva a pensar que al principio la conoces muy bien y cuando va pasando el tiempo te das cuenta que no es así. A veces me refugio en esa diferencia para justificar actuaciones.Por lo que dice, parece una ciudad con poca comunicación entre las personas.Hay muchas personas solitarias pero la gente es bastante espontánea. Están muy acostumbrados a hablar con desconocidos. No me parece una ciudad con muchos problemas de comunicación. Eso es más propio de ciudades como Munich.

En un artículo llamado ‘No me quieras tanto’ habló de la incomunicación directa entre personas por culpa del fenómeno de los ‘smartphones’. Eso sí parece universal.

Toda esa tontería no tiene fronteras. En el fondo es cuestión de mala educación. Yo utilizo la tecnología como la que más pero se trata más de un problema de comportamiento.

No nos han educado en los buenos modales del uso de la nueva tecnología.

Es que es algo muy reciente. Se ve como mala educación muchas actitudes y ahora está aceptado mandar mensajes cuando se está con otro.

 

Carta Al Director

domingo 11 de diciembre de 2011  

Los chinos salieron a la calle hace unos días. No en Pekín, obviamente, sino en Madrid. Los chinos salieron a la calle. La primera generación llegada a España no sabía gritar sus consignas, pero sus descendientes, educados en este país que ya es suyo, expresaban, en perfecto castellano, que quieren que se les amplíe la licencia de bebidas alcohólicas en sus tiendas. En la radio escuché a un concienciado contertulio afirmar que dichas tiendas con licencia no deberían estar situadas cerca de los colegios. Me dio la risa. Ahora resulta que del alcoholismo infantil van a tener la culpa los chinos. En cambio, los padres, que dejan vagabundear a sus pequeños roedores de madrugada, son unas víctimas de las licencias y de la inmigración oriental. Muy al contrario, a mí, leer que los chinos habían salido a la calle, me pareció alentador. En medio de este ambientazo apocalíptico que se masca a punto de terminar este 2011 -que ha sido peor que 2010 pero será mejor que 2012-, leyendo a diario que nuestros jóvenes talentosos se nos van y que hasta los inmigrantes están haciendo la maleta para volver a su pobreza de origen, contemplo a este pueblo milenario e industrioso, discreto, sacrificado, etcétera, etcétera, que no conoce puentes ni fiestas de guardar y tiene por norma permanecer al margen del bulle bulle del país de acogida, salir a la calle para reclamar un derecho en una tierra que han hecho suya. No entro a considerar lo que piden, digo que me parece una buena señal eso de ver la calle de Madrid llena de chinos castizos. En ese estado de optimismo insensato me encontraba cuando, dado que leía la noticia en un periódico digital, bajé el cursor hasta el final y me encontré con los comentarios de los lectores. Mi optimismo se derrumbó. Ay. Había lectores que escribían su comentario cambiando las erres por las eles.

EL ARTICULO SIGUE AQUI >>

Las Teles

miércoles 7 de diciembre de 2011  

La alegría ha vuelto a Telemadrid. Concretamente, a los informativos. Aunque los índices económicos sigan siendo nefastos, se trazan comparaciones entre cómo estaba la prima antes de las elecciones y lo que ha mejorado dicha prima después de ganar el PP, y se concluye que la cosa ha mejorado considerablemente antes incluso de que Rajoy abra la boca para decir, de una vez, quién va a ser nuestro ministro de Economía. El tono apocalíptico y el gesto grave que teñían los editoriales nocturnos y que mandaban al espectador a la cama con la seguridad de que al día siguiente España se habría hundido ha cedido el paso a un mensaje esperanzador. Este tipo de vaivenes en los estados de ánimo de la tele castiza es lo que para María Dolores de Cospedal representaría la objetividad, según se puede deducir de aquel célebre reproche que le hizo en directo a la presentadora Ana Pastor sobre la falta de ecuanimidad de TVE durante el periodo de Zapatero.

EL ARTICULO SIGUE AQUI >>

 

Los Restísimos

domingo 4 de diciembre de 2011  

El problema del Valle de los Caídos es el Valle de los Caídos. En realidad, podría dar por terminado aquí el artículo porque todo lo que escriba a continuación está contenido en la primera frase. El poder de la síntesis: esa frase, «el problema del Valle de los Caídos es el Valle de los Caídos», y la foto a toda página de unos turistas catetillos de los sesenta admirando uno de esos gigantescos pies de granito que impresionaban tanto a un pueblo recién salido de pobre. La fotaza o un dibujo del Roto con esos turistas catetillos en figuras diminutas al lado del pie franquista. O sea, nuestra historia. El problema del Valle de los Caídos, el fundamental, es que es un espanto, espanto de tales dimensiones que no hay manera de buscarle una solución discreta. ¿Barrenarlo? Demasiado agresivo, lo ideal sería que viniera Samantha, la protagonista de Embrujada, se tocara la nariz, y la protuberancia granítica desapareciera sin dejar rastro alguno.

EL ARTICULO SIGUE AQUI >>

 

EUROPA PRESS: Elvira Lindo: «Somos dos observadores con muy pocos prejucios»

sábado 3 de diciembre de 2011  

«Somos dos observadores con muy pocos prejuicios y nos transmitimos las cosas con alegría», ha manifestado este jueves Elvira Lindo. La escritora desvela los mayores secretos de su estancia en Nueva York en su nuevo libro, titulado Lugares que no quiero compartir con nadie (Seix Barral).

En 2004 nombraron a su marido, Antonio Muñoz Molina, director del Instituto Cervantes de Nueva York, y fue entonces cuando se mudaron a la gran manzana. Sin embargo, años antes, cuando «aún se podía fumar en los aviones y se podía estirar las piernas en clase turista», la ciudad se convirtió en el lugar donde vivieron su primera semana juntos, según ha señalado en declaraciones a los medios.

Lindo (Cádiz, 1962) recoge en esta obra los sitios «auténticos», aquellos que «se pueden transitar todos los días», y construye un «diario cotidiano» de su experiencia en la gran ciudad, aunque confiesa que en un primer momento no quería desvelarlos todos. «Ya existen muy buenas guías», afirma.

El Nueva York que Elvira Lindo descubre es «flexible», «tolerante», «muy americano», «generoso», «exigente», «maniático» y «con mucha energía». No le preocupa hablar de un restaurante, a escasos metros de su casa, en el que se come muy bien, a pesar de que su aspecto sea muy normal, y que quizás este sea el único libro del mundo que lo incluirá entre sus páginas.

Revela que no tardó mucho en escribir Lugares que no quiero compartir con nadie, pero sí le llevó mucho tiempo conocerlos, porque «para descubrir los aspectos más sutiles es importante pasar un tiempo allí». «Hay pequeños secretos de la vida que te llaman la atención», añade.

+

 

CADENA SER: Descubriendo Nueva York con Elvira Lindo en ‘Hoy por Hoy’

viernes 2 de diciembre de 2011  

Para escuchar la entrevista, >>Click aquí<<

 

EL PAIS: Caminata peregrina por Nueva York

jueves 1 de diciembre de 2011  

En el Upper West Side de Nueva York hay un club donde la música nunca superó los años setenta y bandas de artistas negros tocan jazz agitando sus trompetas. «Fuimos al Sugar Bar porque nos lo recomendó un amigo relacionado con ese mundillo. Es un sitio muy hortera pero tiene tanta energía musical que te dan ganas de subirte a la mesa», cuenta Elvira Lindo, que vive allí cerca. Es un sitio que respeta tanto el título del nuevo libro de la escritora española, que queda excluido. Muchos parajes de ese estilo sí aparecen sin embargo en Lugares que no quiero compartir con nadie (Seix Barral), la obra a medias entre novela, diario y guía personal de Nueva York que Lindo acaba de publicar.

Gimnasios, parques, algún que otro bar, charlas con vecinos, caminatas. El Nueva York de Lindo vuela más bajo que los rascacielos, a la altura del ser humano. «La imagen de ciudad glamurosa y peliculera no es representativa», asegura la escritora, que desde hace años rebota entre el Upper West y Madrid. Tampoco era esa la imagen que le pedían sus lectores: «Recibía muchos mails de gente preguntándome por lugares auténticos de la ciudad. No sé qué es auténtico pero he escrito de mi Nueva York, de lo que me gustaría conocer de una ciudad».

EL ARTICULO SIGUE AQUI >>

© Elvira Lindo 2021