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Chico de Barrio

miércoles 17 de octubre de 2012  

Si llevara corbata, si hiciera el programa en un plató, si levantara la ceja cuando escucha, si no tuviera cara de ingenuo, si no tuviera aspecto de chico de barrio, si fuera arrogante, si en vez de esas camisas de cuadros que me lleva luciera un look de modernillo del puente aéreo, si no trufara sus reportajes con un humor callejero… En resumen, si Jordi Évole no tuviera ese aspecto de chaval majete que hace encuestas por la calle y aspira eternamente a ser presentador, su programa sería visto por todos aquellos expertos que acuden a las tertulias o que escriben esos artículos que el lector suele dejar a la mitad. Y en esas mismas tertulias citarían algunas de las entrevistas de Salvados,por donde desfilan personajes que tienen el don de la claridad. El domingo pasado el joven de la camisa a cuadros entrevistó al director de la Caja de Ontynient, una pequeña sucursal convertida hoy en la superviviente orgullosa de un sistema de ahorro y obra social que se vio pervertido por la rapiña de los tiempos.

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El pícaro y el inocente

domingo 14 de octubre de 2012  

De vez en cuando, se te acerca alguien de entre el público que ha estado escuchándote, no para que le firmes un libro, ni tan siquiera para decirte que le ha gustado tu charla. Ese espectador misterioso se te acerca y, sobrepasando la separación física aceptable entre dos desconocidos, te dice que su vida contiene una novela y que tú has sido la elegida para escribirla. Quien esto escribe, no vacunada del todo contra la estúpida vanidad, se deja mecer cinco segundos por la idea de que esa persona, tras un disputado casting, te ha concedido un privilegio. Porque tú lo vales. Lo primero que suelo dar son las gracias. Luego, ya en mis cabales, me disculpo diciendo que ando con otros proyectos entre manos. Es entonces cuando dicho/a admirador/a, a fin de convencerte, comienza a patinar. Porque suele darse el caso de que el admirador más rendido se convierte en un alacrán en cuanto le llevas la contraria, y no es raro que te diga que su historia es infinitamente más interesante que las que tú cuentas. Y, caramba, puede que tenga razón, pero en la literatura lo que importa es la manera de narrar, más que los hechos en sí.

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La Madurez

miércoles 10 de octubre de 2012  

Eric Kandel, 83 años, premio Nobel de Medicina, dirige un equipo de neurociencia en la Universidad de Columbia. Woody Allen, 67 años, director de cine con un ritmo de una película al año. Philip Roth, escritor, 79 años, su etapa de excelencia creativa tuvo lugar a partir de la década de los noventa. Charlie Rose, 70 años, presenta el programa más respetado de entrevistas de la televisión pública americana. Alice Munro, 81 años, la Chéjov canadiense, su último libro Demasiada felicidad se publicó hace tres años.

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Falta Nos Hace

domingo 7 de octubre de 2012  

Hay un desánimo general, quién puede negarlo. Usted sabe de lo que hablo. Ese encogimiento de hombros con el que se desvanecen de pronto las conversaciones. Alguien comienza agitando el tema. Qué tema. El único. Y todos entramos al trapo. Nos quitamos la palabra, argumentamos con vehemencia y rumiamos de qué manera interrumpir la soflama del otro. De pronto, como si el presente nos hubiera vencido de veras y la realidad nos cerrara la boca, viene el silencio. Nos encogemos de hombros y buscamos con la mirada perdida una esperanza de futuro. Ocurre que hay veces en que alguien decide darle un giro a la conversación proclamando la necesidad del optimismo. No porque haya verdaderas razones para sentirlo, sino por esa discutible teoría de que el optimismo es constructivo y el pesimismo es una mierda sobre otra mierda. Cuando se abre paso el optimismo, se dicen tantas tonterías como cuando cabalga el pesimismo; se dice, por ejemplo, que la crisis es creativa, que hay que reinventarse, ponerse las pilas, que si no se encuentra trabajo, pues que se lo inventa uno. Y una vez que ya se han formulado los tópicos de rigor, el silencio vuelve a vencernos y las miradas a perderse. Y si no se escucha aquella frase de “no somos nadie” no es por falta de ganas, sino porque todavía nos quedan ramalazos de aquel país cool que fuimos hasta ayer.

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No los confundan

domingo 30 de septiembre de 2012  

Entro en el hospital Gregorio Marañón a diario desde hace una semana. Es como entrar en una de aquellas ciudades cubiertas que aparecían en las series de ciencia ficción albergando la vida entera de un pueblo. Según van pasando los años, son más las plantas que he visitado, no como resultado de la mala suerte sino como consecuencia de la misma vida, en la que es casi imposible esquivar la enfermedad. En estos días de brutales cargas policiales y de inauditas declaraciones públicas, entre las que destacan la del ministro felicitando a la policía por su actuación y la de Ana Botella explicando con cara agria el dinero que les cuesta a los buenos madrileños que los malos se manifiesten, el Marañón encara cada jornada no ajeno a los recortes en sanidad. Los diferentes corchos que me voy encontrando en el camino a la planta en la que está mi padre dan cuenta de ello. Este espacio acotado es una metáfora total de lo que está sucediendo fuera.

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Fotos de 2012

miércoles 26 de septiembre de 2012  

Al periódico The New York Times le gusta el color. Suele adoptar un punto de vista colorista y elegante de la realidad y retrata a color la pobreza africana. Tiene sentido: en la pura miseria hay estampados que contrastan con la piel de los negros, hay tierras verdes, barros rojos, azules dramáticos. Si retrata así la extrema pobreza no entiendo muy bien porque ha elegido sólo fotos en blanco y en negro para definir a España en su reportaje Austeridad y Hambre. Hay quien se ha revuelto con furia negando que esa sea nuestra realidad. Es una parte importante de ella. Afecta ya a un millón de personas, según Cáritas. El título del reportaje es justo: los recortes en políticas sociales y la austeridad continuada están arrojando a una parte de la clase media a los comedores sociales y a las basuras.

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Entrevista a Elvira Lindo: «La gente más joven no se merece que le digamos día tras día que no hay futuro y que esto es una mierda»

lunes 24 de septiembre de 2012  

En sus palabras transmite dulzura y atención. Pero es contundente a la hora de diseccionar la triste situación actual de un país dilapidado, y por eso no duda en criticar la mediocridad política y la culpa que «su generación» tiene en haber tolerado el abandono de valores clave y fomentar la corrupción. Elvira Lindo nos habla también de literatura, de aquellos autores que le obsesionan. De Nueva York y Madrid, las ciudades que se le quedaron en el corazón. Dicen que derrocha simpatía y ella reconoce que le gustaría ser más distante. No es sólo simpatía, es empatía. Ahí radica su éxito.
Por Ismael Cruceta

Me cuesta no empezar la entrevista preguntándole por esta subida del IVA que parece que ha sentenciado al mundo de la cultura. ¿Le parece que es así? ¿Cómo saldremos de esta?

Creo que es un error tremendo. No entiendo que conlleve ningún beneficio económico, más bien provoca el hundimiento en un sector ya herido de muerte. Todos sabemos que tenemos que reciclarnos y entender que la cultura ha de encontrar nuevas vías de expresión y de financiación, pero el Estado no puede convertir la actividad cultural en algo imposible. Gravar el teatro y las salas de cine, por ejemplo, me parece que es disuadir a un público que ya de por sí tiene poco dinero. Hemos pasado de una época absurda en la que se acostumbró al público a pagar muy poco por grandes espectáculos subvencionados por los ayuntamientos a esta otra época en la que vamos a imposibilitar la iniciativa privada. Es anti económico.

Pero todo esto ya se ha dicho y es cansino repetir el mismo discurso. Simplemente, me adhiero a la protesta. Lo que está en mi mano es escribir manifestando mi descontento hacia estas medidas, y lo hago cuando tengo algo que decir.

Quiero, eso sí, recordar que ha habido un descrédito de la cultura en los últimos años. Parecía que era algo secundario, cuando no un oficio de vagos. Ese ha sido el terreno abonado que está teniendo sus consecuencias. Hay ciudadanos que piensan que la cultura es algo superfluo frente a las necesidades imperiosas. Como si la cultura no generara riqueza. La cultura y la educación, por supuesto. Riqueza en el sentido material y en ese otro sentido inamprensible que construye un país.

En sus últimas columnas tengo la impresión de que está más enfadada que de costumbre con todo lo que está pasando. ¿Es enfado, pena, rabia o qué es lo que siente por la situación del país?
Es cierto. Lo estoy. Pero en ocasiones intento controlar la rabia para no adoptar columna tras columna un tono catastrofista que no conduce a nada. No se puede una engolfar en un discurso sin esperanza, porque además no es cierto, y la gente más joven no se merece que le digamos día tras día que no hay futuro y que esto es una mierda. No, mi generación ha de tratar de reparar algo de lo que es bastante responsable.

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Hablamos de Más

domingo 23 de septiembre de 2012  

Y espero que se entienda el título del artículo, porque en los últimos tiempos leemos con tanto afán de reaccionar que imagino que no serán pocos los que, en un primer vistazo, piensen que voy a dedicarle un artículo al presidente de la Generalitat. Y no. Me refiero a que hablamos de más, en exceso, y me ronda la desagradable sensación de que España se ha convertido en un pesadillesco país de contertulios y que la tendencia nos está arrastrando a todos. Rey incluido.

Pero no sería justo afirmar que se trata de un problema exclusivo de España. Ya bastantes problemas con denominación de origen para añadir otro. Se puede decir que en USA el republicano Romney va a perder por hablar de más, por tratar de agradar a una audiencia que no había pensado que sería tan claro, y a nadie se le pasará por alto que el actor icónico de su campaña, Clint Eastwood, habrá puesto su granito de arena en la derrota con una gracieta a la que le sobraban casi todas las palabras. Raro en un hombre tan parco que por no hablar ni les da indicaciones a los actores.

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Las Claves

miércoles 19 de septiembre de 2012  

No han pasado ni 24 horas de la dimisión y ya me entra en el correo electrónico un reclamo publicitario. Me dicen desde la Esfera de los Libros que si me leo la biografía que sobre la presidenta se publicó hace ocho años podré entender las claves de su dimisión. ¡Aquí el que no corre vuela!

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¡Volveré a la escuela!

domingo 16 de septiembre de 2012  

Querer entrar y no atreverme. Esos eran los sentimientos encontrados que tenía cuando, de paseo por el Prinsengracht de Ámsterdam, contemplaba la cola de turistas que se organiza a diario a las puertas del edificio donde Anna Frank y su familia se escondieron durante dos años. Querer entrar, pero temer que la exposición del sufrimiento fuera banal, que la puesta en escena frivolizara sobre una historia tan bien contada. Porque este deseo contenido tenía lugar en los mismos días en que leía Anna Frank. El diario de una joven, uno de esos libros que todos creemos haber leído en la juventud, pero del que a menudo solo tenemos noción de algunas páginas. Lecturas para las que ahora me doy cuenta de que no estaba humanamente preparada y que exigen una relectura que las sitúe en el lugar que merecen. Como lectora adolescente establecí una simpatía inmediata con la joven diarista que contaba su versión de una experiencia solo apta para adultos; la lectora madura que soy entiende la magnitud de la tragedia y eso multiplica el valor de lo que lee.

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© Elvira Lindo 2021