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Cuando te ves obligado a ocultar que estás enfermo

domingo 20 de noviembre de 2022  

Recuerdo muy bien aquella tarde en la cafetería del Lincoln Center de Manhattan. Mi joven amigo me había dicho que necesitaba hablar urgentemente conmigo y allí estaba, esperándolo. Lo vi entrar con el rostro demudado, abriéndose paso precipitadamente entre las mesas y reprimiendo el llanto hasta que ya entre mis brazos pudo romper en sollozos. La confesión fue rápida: esa misma mañana le habían diagnosticado VIH. Aquel joven al que había conocido en el metro de Nueva York y había visto hacerse un hombre, tanto humana como profesionalmente, veía de pronto abrirse una grieta en su vida. Las preguntas de rigor acudieron a su mente: ¿Cuántas posibilidades tenía de desarrollar la enfermedad? ¿Cómo sería a partir de ese momento su vida íntima? ¿Lo debía mantener en secreto? ¿Sentiría el estigma asociado a esa enfermedad o eso era ya algo superado? 

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También me gustan los hombres

domingo 13 de noviembre de 2022  

Cierro en estos momentos, Entre ellos, el libro que Richard Ford dedica a sus padres. La emoción que me provoca este libro breve, aunque abarca dos vidas, esta escritura clara, sincera, sin atisbo de cinismo alguno, tiene que ver, no me cabe duda, con la lealtad que le profeso a este escritor, con la cercanía que siento con su escritura, con el cariño que sin remedio se le toma a quien te ha ampliado el mundo. Así que esta historia de sus padres es la que me cuenta un viejo conocido, de quienes ya sabía algo por el aún más pequeño tomo dedicado solo a Edna, su madre. Pude conocerlo en el lugar más insólito que imaginarse pueda: en el ascensor de un hotel de Miami. Acudía yo al Latino Film Festival en esa ciudad cosida por autopistas y bajando en el ascensor para el estreno de nuestra película me encontré con un hombre maduro, de ojos de un azul transparente, mirada aguda e intensa, como los de un Henry Fonda

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Cuando el insulto y la mentira son armas políticas

domingo 6 de noviembre de 2022  

No se calibra lo que hiere un insulto público hasta que no eres la insultada; no se sabe lo peligrosa que es la injuria hasta que eres la víctima de una. Hay necios que de vez en cuando nos recuerdan lo alto que hemos llegado en el arte del insulto en España. Yo añadiría que si hemos hecho de la injuria y del insulto un arte hemos sido, sin duda, unos adelantados a nuestro tiempo, este en el que las redes han puesto a disposición del usuario la posibilidad de democratizar la bazofia. El uso de la mentira es ya un arma política. La secuencia es la siguiente: en vez de expresar un desacuerdo y proponer alternativas, se opta por denigrar al adversario, y a eso se le añade un bulo, para apuntalar las razones que llevaron a ofenderle. Hay una derecha extrema que ha hecho de esta estrategia su manera de estar en política y hay una derecha, que pudiendo ser moderada, se deja arrastrar por la falta de ética. 

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¿Quién regala un aprobado a un niño?

domingo 30 de octubre de 2022  

Tenía yo nueve años cuando los Reyes me trajeron Corazón, de Edmundo de Amicis. Debían haber sido informadas Sus Majestades de que coleccionaba los libros de Bruguera, aquellos en que los pequeños lectores teníamos la opción de leer el texto del tirón, y también de seguir la historia cada dos páginas, en su versión gráfica. Era una idea extraordinaria, porque la colección estaba pensada para lectores que iban a sacar un provecho máximo a un libro que debía servir para muchas lecturas. La idea de la relectura no era intelectual, sino emocional. Acababas habitando en el cuento. No sé cuántas veces leí esta historia edificante, de aliento patriótico, en la que su autor, de ideas socialistas, trataba de transmitir a los lectores valores de generosidad, bondad y sacrificio, pero aunque esas enseñanzas morales enseguida fueron sepultadas por mi espíritu travieso, sobrevivió en mí una idea que ha perdurado a lo largo de la vida: Corazón me descubrió el concepto de comunidad, de pertenencia a un grupo en el que cada uno de sus miembros proviene de diferentes clases sociales. 

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Finge que sabes y te irá mejor

domingo 23 de octubre de 2022  

Si bien los años de experiencia me tendrían que haber enseñado a afrontar cualquier pregunta con soltura, reconozco que el único aplomo que he adquirido con el tiempo es el de atreverme a decir: yo de eso no sé, no soy experta. Pero ocurre que estamos en una época en la que el discurso político o sociológico sobre una novela es más determinante que la propia ficción, de tal forma que si escribes un libro sobre unos padres criados en la resaca de la guerra has de ser capaz de diseccionar el contexto histórico tanto como a tus personajes, si escribes sobre un barrio humilde asumirás el papel de experta social, si es de maltrato o abuso caminarás entre la psicología y la teoría feminista, o si tu historia gira en torno a una familia, como tantas otras, deberás tener respuestas hondas sobre el declive o la vigencia de esta institución. Hay que tener el discurso preparado o fingir que sabes, ya que no basta con la ficción por sí sola, hay que añadirle teórica. Es injusto, porque no hay nada mejor para entender la psique humana o la manera en que una época determina la vida de los individuos que la literatura. O el cine.

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Esa libertad que te convierte en esclavo

domingo 16 de octubre de 2022  

Como taxicómana impenitente siento una lealtad hacia el gremio. Son muchos años y el roce, como yo digo, pues eso. En el libro no escrito de estilo del periodismo se dice que no hay que contar la situación de un país por lo que te dice el taxista que te recoge del aeropuerto. Lo que a mí me ocurre es que si no escribo aquello que me ha pasado montada en un taxi se me reduce la inspiración. Me da la experiencia para un libro del género chico, como de anecdotario, que sugiero podrían llevarlo los taxistas para que los clientes se entretuvieran: Cuentos de taxi para leer en el taxi. Pongo ejemplos al tuntún: la amistad que surgió con el taxista que me recogía cada noche para ir a Prado del Rey cuando yo era chica de radio; lo de aquel conductor que se me quedó dormido en un semáforo (por fortuna) ya de mi barrio y cómo yo salí, del taxi, de puntillas y eché a correr para no despertarlo ni pagarle; hablaría en otro cuento de ese taxista que me ha parado tantas veces que siempre me dice, “joder, joder, cuando se lo diga a mi mujer me va a decir que es usted la chica de la curva”, o el caso de aquel taxista lector al que invité a subir a mi casa para regalarle dos libros dedicados, o aquel otro que me llevó a vacunarme de la tercera dosis a un hospital de El Pardo y que cuando ya en el centro hospitalario vi que se me había olvidado la cartera, me esperó para traerme de vuelta a casa. Me salió la vacuna por un pico, pero intercambiamos jugosas experiencias sobre el confinamiento.

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El Loco, 1980: hay que ponerse en la época

domingo 9 de octubre de 2022  

Imaginen a una muchacha de 17 años que, sola en su cuarto, se pone la radio por la noche. Es un clamor que hay un tipo que de madrugada comienza su programa con música de Pink Floyd. A esa chica le quita el sueño. Entre los acordes de rock sinfónico, la voz del hombre surge, como si se proyectara desde el cielo. No parece un locutor ni un periodista, parece un predicador, un ser del más allá, un visionario, un líder. Un líder para quién. En ese momento, comienza a serlo para millones de personas que, como la muchacha de este cuento, lo escuchan por la noche.

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Si los cuernos salieran a cuenta

domingo 2 de octubre de 2022  

A mí lo que me parece fabuloso y envidiable, y de eso se habla menos, es que cuando un novio te los pone te encuentres rodeada de personas que te aplauden, de micrófonos que te escuchan, del cariño del pueblo, y que encima tu cotización como personaje del universo mediático te eleve el caché. Si los cuernos salieran tan a cuenta, menos lágrimas habríamos derramado.

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¡A la mierda!

domingo 25 de septiembre de 2022  

Aunque sea injusto reducir una trayectoria vital, cultural y política a un exabrupto, Labordeta fue entonces la voz del pueblo. Qué bien suenan los tacos cuando los dice un hombre cabal, un hombre sin más y, por tanto, extraordinario.

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Cuando un desnudo es un calvario

domingo 18 de septiembre de 2022  

Veo esta semana el desnudo integral de Emma Thompson en Buena suerte, Leo Grande. La veo y leo la columna de Cristina Fallarás, a la que ese desnudo provoca inquietud. A mí, también. Qué poca delicadeza del director al retratarla. Me irrita esa hipocresía de la industria del cine que, por un lado, se saca de la manga el oficio de “coordinadora de intimidad” para negociar con melindres cada plano en el que ha de aparecer una mujer desnuda (fundamentalmente, joven) y, por otro, considera una valentía que una actriz de 63 años aparezca frente al espejo con cara de, “señoras y señores, este es el peor momento de mi vida”.

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© Elvira Lindo 2021